El exilio de Edmundo González no paraliza las negociaciones sobre la salida de Nicolás Maduro
VenezuelaLa salida abrupta de Venezuela de Edmundo González Urrutia no ha paralizado las negociaciones al más alto nivel que buscan convencer a Nicolás Maduro de que su mejor opción es abandonar el poder. El consenso acerca de que el actual presidente venezolano fue derrotado en las urnas por el opositor ya es casi absoluto y las potencias de izquierdas de América Latina y Estados Unidos trabajan para que el chavismo se siente en una mesa de diálogo y reconozca la evidencia. Las partes no contaban con que el candidato que virtualmente ganó las elecciones decidiera exiliarse en España, pero 48 horas después del shock que provocó esta noticia se mantienen firmes en que las conversaciones deben seguir adelante y que todavía queda mucho margen hasta el 10 de enero, cuando el nuevo presidente deba tomar posesión.
El Gobierno de Colombia, que ha jugado un papel importante en las negociaciones por mandato expreso del presidente Gustavo Petro, se enteró de que González había decidido solicitar asilo en Madrid tres horas antes de que el opositor se subiera a un avión de las fuerzas aéreas españolas que lo esperaba en Santo Domingo, República Dominicana. «El viejito [González tiene 75 años] se va hoy», empezó a circular por WhatsApp. La posibilidad de que él decidiera abandonar Venezuela, preocupado por su vida y la de los suyos, hostigado por la justicia chavista que le había abierto una causa con cinco delitos, estaba en el radar, pero su abogado lo había negado dos veces en la última semana y esa opción pareció parecía quedar aparcada. Sin embargo, aconsejado por su esposa e hijas, acabó por dar el paso.
María Corina Machado, la líder máxima de la oposición, la persona que eligió a González como su sustituto al estar ella inhabilitada por el chavismo a participar en las elecciones, lo entendió, según fuentes del círculo más cercano a ella. Sin embargo, no le pareció algo bueno para la causa, creía que se abría una grieta en la estrategia que habían diseñado juntos que debía desembocar en que González se enfundase la banda presidencial a principios de 2025. En público, Machado ha asegurado que él volverá y tomará posesión como presidente, porque así lo han decidido los venezolanos, y ha tratado de que el ánimo no decaiga.
Simpatizantes de la oposición venezolana esperan a González Urrutia, en la puerta de la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid), el 8 de sesptiembre.
Errores del pasado
En privado, los opositores reconocen que esto supone un contratiempo que les obliga a replantearse las cosas, pero son optimistas. Después de muchos años sin norte, la oposición, aglutinada alrededor de Machado, ha demostrado haber aprendido de los errores del pasado y haber desarrollado habilidades especiales en un contexto político tan complejo como el que ha creado el chavismo. Por ejemplo, el que Machado cediese todo su capital político a un señor desconocido como Edmundo González funcionó, a la vista está. «Superaremos esto», dicen los cuadros de Machado.
En la salida de González intervino el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero. El presidente Pedro Sánchez estaba enterado y había dado su respaldo. El chavismo recibió la propuesta y puso a negociar a los hermanos Rodríguez, Delcy y Jorge, los operadores políticos de más confianza de Maduro, según fuentes del oficialismo. González no aceptó firmar que reconocía el fallo del Tribunal Superior de Justicia que otorgaba la victoria al chavismo, eso hubiera sido claudicar. El fiscal que tenía abiertas las causas al opositor, Tarek William Saab, estuvo al tanto de todas las conversaciones en esas horas. «Se vienen más sorpresas de ese abandono», dice Willam Saab de manera críptica por mensaje cuando se le pregunta por el tema.
Una vez que se dio a conocer la marcha de Edmundo González, el chavismo empezó a mover por WhatsApp un mensaje con el que se pretendía levantar el ánimo de los suyos: «Se viene la serie de La leyenda de la revolución venezolana que derrotó al imperio más poderoso de la tierra».
Cuarenta días después de las elecciones, la moral está baja en el entorno de Maduro, según fuentes conocedoras de su círculo más íntimo. Ha hecho mella el descrédito internacional del chavismo y el convencimiento casi absoluto de países afines y no afines de que el dúo María Corina Machado-Edmundo González ganó las elecciones, y con bastante diferencia.
Maduro, según estas mismas fuentes, se niega a reconocer esta realidad que, por contra, sí comienzan a percibir sus consejeros más cercanos. El segundo círculo de poder chavista -el que conforman ministros, gobernadores, alcaldes, dirigentes del PSUV, el partido oficial- no es ciego a lo ocurrido, pero sostienen que hacerse a un lado sería «traicionar la revolución bolivariana». Ninguno se ha desmarcado en público del relato oficial: que Maduro fue el vencedor, aunque pocos lo creen de forma literal.
Nicolás Maduro aplaude durante su programa semanal de televisión ‘Con Maduro’, el 2 de septiembre en Caracas.
Evitar un mártir
Llegados a este punto, los que consensuaron con González su salida no lo plantean como una claudicación ni una prebenda al chavismo, sino como una forma de proteger a un hombre que no tiene vocación de poder, a diferencia de Machado, ni tiene por qué convertirse en un mártir de la causa. Además, se quiso evitar «un baño de sangre» que pudiera haberse desatado con su arresto y su encarcelación, de acuerdo a esa visión.
«No es una interrupción de la negociación, quedan muchos meses, mucho tiempo», sostienen partes implicadas en las conversaciones. En el entorno de Petro tampoco creen que este sea el final ni una manera de dar todo por acabado. ¿Sigue en pie el frente común de Brasil, Colombia y México que negocia con el chavismo una salida a esta crisis? «Por supuesto», responden en Bogotá.
La estrategia debe cambiar. En cualquier caso, hasta ahora no había sido muy productiva: Maduro le ha cancelado reuniones a Petro y a los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y México, Andrés Manuel López Obrador. Aunque estos países aliados -en los tres gobierna la izquierda – deben replantear su acercamiento a la crisis.
En un primer momento, como reveló EL PAÍS, estos presidentes pensaron en apartar de la negociación a Machado -un movimiento de altísimo riesgo- y sentar en la mesa a González y Maduro, cara a cara. La jugada tenía algo de astucia. El chavismo siente pavor por Machado, a la que no se cita por su nombre en reuniones, se le dice La innombrable. Pero eso tampoco funcionó y ahora todo ha cambiado de golpe. El que está fuera de ese diálogo ahora es González, al menos de manera presencial. Machado sigue en Venezuela, representa a casi toda la oposición y, según dice, quiere llegar a enero con la posibilidad de un cambio. Las negociaciones, mientras tanto, continúan.
EL PAÍS