López Obrador y la educación: cuatro años de improvisación y olvido
MéxicoA solo seis meses de haber llegado al poder, el presidente Andrés Manuel López Obrador cumplió una de sus más fuertes promesas de campaña: eliminar la reforma educativa del sexenio anterior. Una vez cumplido ese compromiso en materia educativa ya no hubo más. Su objetivo para la educación mexicana consistía en erradicar la «mal llamada reforma educativa» y especialistas en educación aseguran que uno de los graves problemas de la actual Administración en esa materia es que no se tenía un proyecto más allá de eliminar los cambios implementados en el sistema de educación pública del Gobierno de Enrique Peña Nieto, que obligaron durante poco tiempo a evaluar a los maestros para su permanencia en las escuelas y a llevar a cabo concursos de ingreso y de promoción para los docentes, entre otras cosas. Ahora, en el penúltimo año del sexenio, el Gobierno emprende la implementación de un nuevo modelo educativo, llamado La nueva escuela mexicana, y nuevos libros de texto sin pilotaje ni capacitación de los docentes.
«El Gobierno de Andrés Manuel lo que hace es ofrecer como principal y única propuesta educativa echar atrás la reforma anterior, que eso es hacer y no hacer. Claro que ahí no tenía ningún proyecto educativo y no lo tuvo durante mucho tiempo», explica Alma Maldonado, investigadora del Departamento de Investigaciones Educativas del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav).
En ese limbo estaba el sistema educativo cuando llegó la pandemia. Las escuelas del país cerraron completamente por más de 250 días, lo que dejó a más de 36 millones de niños y adolescentes sin poder recibir educación de manera presencial. Ante la falta de computadoras e internet en muchos hogares de México, el Gobierno federal, a través de la Secretaría de Educación Pública, implementó el programa Aprende en casa, que consistía en que los estudiantes vieran en la televisión las clases que tendrían que haber tomado de manera presencial y, también a distancia, sus maestros debían asignarles tareas para medir su progreso. Muchos expertos cuestionaron que el programa realmente funcionara y llamaron a las autoridades a hacer una gran evaluación al regresar a clases para saber en qué situación estaban los niños tras casi un año de no ir a la escuela.
La SEP rechazó realizar una evaluación generalizada y emitió un documento llamado Orientaciones pedagógicas y criterios para la evaluación del aprendizaje para la educación preescolar, primaria y secundaria en el periodo de contingencia sanitaria generada por el virus SARS-coV2 (COVID-19) para el ciclo escolar 2020-2021 para que cada docente evaluara a sus estudiantes. Por su parte, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) efectuó un análisis de la situación educativa con el programa Aprende en casa y, en septiembre de 2021, reveló que la acción emprendida por las autoridades carecía de indicadores de resultados, lo que imposibilitó al Coneval saber si había funcionado. De las 32 entidades en el país solo cuatro Estados realizaron evaluaciones: Guanajuato, Nuevo León, Jalisco y Querétaro.
La Secretaría de Educación Pública reveló que 1,6 millones de niños y adolescentes dejaron de ir a la escuela en México y aunque se recuperaron 422.000 estudiantes, esto representa apenas el 25% de la matrícula perdida.
Además, de acuerdo con el análisis Hacia la construcción de una Agenda Educativa post 2024 de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey y México Evalúa, se estima que hubo un incremento en la pobreza de los aprendizajes de los estudiantes mexicanos: 25% más en comprensión lectora y 30% más en matemáticas. «Estamos, lamentablemente, en una crisis profundizada tanto por una pandemia, que mermó la posibilidad de que muchos chicos aprendieran lo que tenían que hacer a la distancia, y que además llevó a miles de ellos a abandonar las aulas, y esto se profundizó por la indolencia de la autoridad educativa federal, que realmente nunca se tomó en serio los desafíos educativos que significó la pandemia y que sigue sin hacerlo», expone en entrevista telefónica, Marco Fernández, investigador de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey y la organización México Evalúa.
Con este rezago a cuestas, el Gobierno federal se prepara para iniciar la implementación de los nuevos libros de texto y el nuevo modelo educativo, el próximo mes de agosto, en los cursos de primero y segundo de la educación básica en el país. Hasta ahora los docentes no han sido capacitados en el nuevo sistema y desconocen los libros de texto, que de acuerdo con el presidente López Obrador ya están en el proceso de impresión. El plan piloto para evaluar la implementación de los nuevos libros que se había anunciado para 900 planteles en octubre de 2022 fue suspendido por jueces federales ante un amparo impuesto por una organización civil que cuestionó la elaboración de los libros sin la participación de diversos sectores sociales involucrados en la educación. Expertos en educación criticaron esta medida, ya que los libros serán utilizados de todas formas en los planteles a partir de agosto de 2023, solo que ahora sin un programa piloto para probarlos. «Los libros van sin pilotaje porque hubo un amparo, pero en realidad les convino, porque no tenían listos todos los materiales. Hay confusión, incertidumbre y molestia por la manera en cómo se ha ido dando este proceso y los maestros dicen que se repite lo de siempre: todo apresurado, todo a cinco para la hora», indica Maldonado.
La nueva escuela mexicana plantea que la educación esté centrada en la comunidad ante la diversidad de contextos para los estudiantes del país. Busca que haya un aprendizaje compartido (aunque no evita que el alumno siga siendo el constructor de su propio conocimiento) y en ese sentido, uno de los pilares más importantes del nuevo modelo es dar más autonomía al maestro para desarrollar didácticas innovadoras de enseñanza a sus alumnos, e incluso que tengan la libertad de crear parte de los planes de estudio. Dentro del nuevo modelo educativo, la SEP estará encargada de hacer los llamados programas sintéticos, los cuales delinean de forma general los contenidos, pero los docentes y los consejos técnicos escolares (formados por los maestros y los directivos de una escuela) tendrán que diseñar los programas analíticos, que organizarán los aprendizajes de manera específica según el plantel y los avances de los alumnos de cada curso. «Los maestros van a ser los responsables de hacerlo, con sus herramientas, como puedan, como lo entiendan, con los recursos que tienen, porque todo esto se está implementando sin presupuesto adicional y sin considerar el tiempo que lleva todo esto», asegura la investigadora Alma Maldonado. La especialista reconoce que no son malas ideas, sin embargo, su implementación requiere más tiempo. «Los nuevos postulados que plantean más autonomía para los maestros y en las escuelas, toda esa parte que en papel parece buena idea, sin embargo, requieren más tiempo, más preparación, más capacitación. Así se puede y es una buena idea».
La falta de capacitación docente en la actual Administración no es de ahora. De acuerdo con un análisis del gasto público realizado por México Evalúa y la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey, la inversión en el desarrollo profesional docente a nivel federal es un 79% menor a lo que se destinaba en 2018. Actualmente, se contemplan 195 pesos mexicanos del presupuesto de egresos del Gobierno federal para capacitar a cada maestro anualmente.
Escuelas de Tiempo Completo y la Escuela es Nuestra: el dilema para las comunidades escolares del uso de los recursos
Otra acción implementada por el Gobierno federal en materia educativa que ha sido cuestionada es la eliminación de las escuelas de tiempo completo. El programa, creado en 2007 y que ofrecía comida y un horario extendido en 27.000 centros fue eliminado en marzo de 2022, y su presupuesto fue destinado a otro programa llamado La Escuela es Nuestra y que tiene como objetivo destinar recursos públicos directamente para que las comunidades escolares decidan qué mejoras estructurales deben de hacer a los planteles. Aunque en la reglas de operación del programa se contempla que los padres pueden destinar los recursos para extender los horarios y para dar comida, como en las escuelas de tiempo completo, los especialistas en educación aseguran que no es lo mismo. «La eliminación de las escuelas de tiempo completo es terrible. Fue un programa muy exitoso y que con una mano en la cintura y sin evidencias en su contra, lo quitaron. Es como el símbolo de este sexenio en la forma de hacer política pública», señala Maldonado.
Además, las reglas de operación de La Escuela es Nuestra establecen que el subsidio que se entrega a los colegios como parte del programa solo puede ser recibido por un mismo plantel durante tres años consecutivos, por lo que, de decidirse por extender los horarios y dar comida, solo puede ser sostenible durante ese periodo. «La Escuela es Nuestra ha sido verdaderamente un desastre y cuando quiso suplir a las escuelas de tiempo completo es una tomadura de pelo porque te dicen te voy a dar dinero y tú decides si les pagas a los maestros más tiempo o construyes algo. No tiene sentido, no suple y es cruel ante tantas necesidades que tienen las escuelas en México», asegura Maldonado.
La desaparición del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) y la aversión a las evaluaciones
Con el argumento de que había sido una «imposición del extranjero», el Gobierno federal también promovió la eliminación del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) un organismo autónomo creado para evaluar a los maestros, tanto para promoverlos como para el ingreso de los docentes a las plazas, y también para medir los avances educativos en los estudiantes mexicanos.
Entrevistado por El Colegio de México en 2021, el director de la Iniciativa Global de Innovación en Educación, Fernando Reimers, lamentó que se haya desaparecido este órgano. «Me pareció un gran retroceso, equivalente a permitir que los nombramientos de maestros los vuelva a controlar el sindicato. Es como si México hubiera decidido retroceder a 1950 , expresó. En la misma ocasión, el especialista en educación de la Universidad de Harvard, indicó que una educación que vale la pena solamente es posible «si hay una cultura compartida, una serie de ideas compartidas sobre qué es lo que se debe aprender, qué significa aprender bien y enseñar bien, y eso requiere información». De otra manera, aseveró, «solo quedan las creencias de cada quien, y el que tiene la razón es el que tiene más poder».
Para el investigador de México Evalúa y la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey, Marco Fernández, tres cosas llevaron al Gobierno mexicano a eliminar el INEE: prejuicios, ignorancia y errores del pasado. «Uno de los problemas fue que las autoridades pasadas usaron de manera poco efectiva las evaluaciones a los chicos. Debieron servir para poder brindarle información a los planteles y a los docentes. Cuando uno documenta las deficiencias en los aprendizajes no lo hace para decir que esto es un desastre y sentarnos a llorar, sino que tiene que derivar en acciones que le permitan a los docentes desarrollar estrategias en las aulas para ir poco a poco corrigiendo estas deficiencias», indica.
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