La imposible unidad de la oposición boliviana
BoliviaDe cara a las elecciones, una buena parte del poder se repartirá entre las tres facciones del MAS, cuyos principales líderes ven cómo sus opositores se destrozan y anulan mutuamente.
Franz Flores
Ha causado gran decepción en muchos sectores la reciente disolución del bloque opositor al MAS. De esta manera, el único freno que podía detener al masismo en sus tres versiones (arcista, evista y androniquista), ha quedado desactivado. Al respecto quisiera plantear algunas preguntas: ¿La oposición estuvo siempre dividida? ¿Qué candidato restó votos? ¿Se puede hablar de un techo de votación de la oposición? ¿Qué deben hacer los opositores ahora que cada uno corre por su cuenta?
Históricamente los partidos de oposición nunca han logrado unirse, si por ello se entiende una candidatura y sigla única. Si vemos los datos de las elecciones posteriores a la debacle del multipartidismo (1982-2005), comprobamos que para las presidenciales de 2009 se presentaron 7 candidaturas; cuatro años después, en 2014, la oposición se dividió en 6 frentes; posteriormente para las generales de 2019 y 2020 se presentaron 4 postulaciones opositoras. Por tanto, que hoy vayan separados es la constatación de una tendencia, no una novedad en sí misma.
Pese a ello, la ciudadanía buscó agrupar su votación en torno a un solo candidato. En las elecciones presidenciales de 2009 se unió en torno a Manfred Reyes Villa (26.8%) y en 2014 en torno a Samuel Doria Medina (24,23%). Finalmente en 2019 y 2020 el voto antiMAS favoreció a Carlos Mesa que logró el 31,05% y el 29,06% de los votos respectivamente.
Si dejamos de lado a los partidos que no lograron pasar del 1% de los votos, esos que Sergio Almaráz llamaba “taxi partidos”, los candidatos que dividieron la oposición fueron varios. En 2009 Samuel le restó voto a Manfred; en 2014 Tuto lo hizo con los votos de Samuel, en 2019 Chi dividió votos a Mesa y así como en 2020 Luis F. Camacho restó votos a Mesa.
En promedio, para cada elección, los partidos de oposición suman el 41, 68% del electorado. Este podría ser su techo de votación que, hipotéticamente, se podría lograr de ir unida la corriente antiMAS. Confabularon contra este propósito dos factores. El primero es la urgencia que tienen algunos opositores de intentar alcanzar la presidencia sin esperar cinco años. Tanto Samuel, como Tuto y Manfred, dentro de cinco años serán unos adorables setentones con más ganas del cariño de sus nietos que del apoyo del mundo nacional popular que, en parte, vota por ellos.
El segundo factor que impidió la unidad, es la posibilidad cierta de que Evo no participe en las elecciones de 2025. Sin Morales en la papeleta electoral de agosto, cada uno de los candidatos se siente lo suficientemente fuerte para vencer a una de las facciones del MAS. Este partido, dividido y sin capacidad para el recambio de liderazgo, ya no es un rival de peso.
Es posible que ello sea así, que los opositores hoy tengan mejores condiciones para ser más competitivos, sin embargo, han tomado el camino errado de solo hacer publicidad política y no pensar y menos proponer un horizonte de sociedad ni de Estado realmente alternativo. Se habla de la agonía o la muerte del actual modelo, pero no hay otro que sea pensado desde una lectura adecuada, meditada y discutida desde la sociedad boliviana. Lo que hay son estrategias marketeras llevadas a cabo por líderes con mucho dinero, pero carentes de ideología.
Desde la salida de Morales del poder en 2019, el país pasa por un reconfiguración política que se cristalizará en los comicios de agosto de 2025 y en las subnacionales que vendrán a continuación. Ahí se sabrá qué músculo político tiene cada actor en este país y cuál es la porción de poder que le toca.
Por la inutilidad que ha mostrado la oposición para configurar un proyecto de país que pueda sostener su unidad, lo que se puede avizorar es que este proceso solo será el resultado de la pugna interna del MAS al cual se irán adhiriendo las otras corrientes políticas. El MAS, nuevamente, jugará prácticamente solo.
De este modo, una buena parte del poder se repartirá entre las tres facciones del MAS, cuyos principales líderes ven divertidos cómo sus opositores se destrozan y anulan mutuamente.
Franz Flores
Cientista político. Profesor e investigador de la Universidad San Francisco Xavier (Sucre, Bolivia). Doctor en Ciencias Sociales con mención en Estudios Políticos por FLACSO-Ecuador.