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El primer semestre del año no ha dejado buenas noticias para la economía argentina. El Producto Interior Bruto (PIB) cayó 3,4% durante los primeros seis meses del año en el comparativo con el mismo periodo de 2023, según los datos oficiales presentados este miércoles por el Indec. A la cabeza del desplome están la construcción, con una bajada del 22% interanual; la industria manufacturera, con el 17,4%; y el comercio, que se desplomó 15,7%. El consumo privado (-9,8%), fruto de la pérdida del poder adquisitivo, y la inversión (-29,4%) son los datos más desalentadores de la recesión argentina, que ya enlaza tres trimestres seguidos con saldo negativo.

Los datos dan una idea del impacto económico del ajuste del gasto que el presidente, el ultraderechista Javier Milei, aplica desde que llegó al poder en diciembre del año pasado. El Gobierno espera, sin embargo, que estos datos sean la evidencia de que la economía ha tocado fondo y se encamina hacia la recuperación gracias a su política de déficit cero. Se abraza para ello al comparativo de los datos trimestrales: entre enero y marzo, la economía cayó 5,4% en términos interanuales; entre abril y junio, la caída se moderó hasta el 1,7%. El porcentaje global se vio compensado por una subida del 81,2% en agricultura, en parte porque la comparación se hace con un año de sequía extrema, en la que el sector perdió 20.000 millones de dólares en exportaciones. También subió la minería, un 6,6%. Tanto el campo como el sector minero, junto con la producción petrolera, las apuestas de Milei para fomentar el ingreso de divisas desde el exterior.

Los números son evidencia de lo frágil que está la economía argentina, pese al optimismo que transite Milei y su equipo económico. En el presupuesto para 2025 que el presidente acaba de enviar al Congreso, espera una caída del PIB para este año de 3,8%, pero un rebote del 5% para el año siguiente y un porcentaje similar en 2026. El motor del crecimiento será, según las proyecciones oficiales, un boom exportador del campo y los sectores petroleros y mineros, en un contexto de brusca bajada de la inflación hasta el 18,3% —hoy la interanual es del 236,7%— y un superávit primario —previo al pago de intereses de la deuda— del 1,3% del PIB.

El gran desafío de Milei es lograr las reservas suficientes para cumplir con el cronograma de pagos que Argentina tiene con el Fondo Monetario Internacional (FMI), fruto del acuerdo de renegociación firmado en enero de 2022 para una deuda de 44.000 millones de dólares. Según el FMI, la relación con la Casa Rosada sigue centrada en el acuerdo vigente, que contempla desembolsos periódicos para que Argentina pueda honrar sus compromisos financieros a cambio del cumplimiento de metas fiscales y monetarias. El cronograma de pagos para 2025 incluyen 2.793 millones de dólares a cancelar con el Fondo y 7.600 millones con el sector privado. La cuenta con el FMI sube hasta los 4.000 millones de dólares en 2026 y 6.916 millones en 2027. Semejantes sumas resultan hoy impagables para Argentina y el Gobierno pretende que un nuevo acuerdo con el Fondo termine en un calendario de pagos de más largo plazo.

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