La crisis de la oposición en Argentina despeja el avance de Javier Milei
ArgentinaLa disputa por el poder dentro del peronismo, la fractura de la centenaria Unión Cívica Radical y el alineamiento del PRO de Mauricio Macri le permiten al Gobierno ultra aplicar su programa de ajuste fiscal y desguace del Estado
Javier Milei puede mirar a sus posibles adversarios en la escena política y, por ahora, sonreír. Después de la debacle del Gobierno de Alberto Fernández, el peronismo sufre una disputa interna por el liderazgo que debilita a quien aparecía como su candidato mejor posicionado. El radicalismo, el histórico partido socialdemócrata que encabezó la restauración democrática hace 41 años, se quebró entre quienes apoyan y quienes rechazan al presidente ultraderechista. Y el PRO, la agrupación conservadora del expresidente Mauricio Macri, oscila entre incorporarse al Gobierno —y diluirse en el caudal oficialista— o mantener cierta autonomía —y perder apoyo de su electorado—. En ese territorio incierto para los partidos ya asentados en la política de Argentina, Milei encuentra un horizonte despejado para avanzar con su proyecto de ajuste fiscal y desguace del Estado.
Pero, ¿cuál es la causa y cuál la consecuencia? “Las fuerzas políticas están en crisis por Milei, lo central que está pasando en la política argentina es Milei: está arrasando con la identidad de las principales fuerzas políticas”, observa el politólogo Julio Burdman. En cambio, para Juan Negri, director de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Di Tella (UTDT), el presidente ultra, que irrumpió como “un candidato outsider o forastero”, postulado desde un partido que todavía está en construcción, “es el resultado del fracaso de la política, de un deterioro que lleva muchos años y al que la política no pudo darle soluciones. Claro que eso después refuerza el proceso de crisis de los partidos”.
Más allá de la discusión sobre el origen, el diagnóstico final es parecido: sin equipos previos, sin experiencia de gestión, sin gobernadores propios ni mayoría parlamentaria, el Gobierno de Milei se acerca a su primer aniversario sin grandes rivales políticos a la vista. Tomó sus principales medidas mediante decretos y en el Congreso consiguió aprobar proyectos clave. Cuando la oposición votó leyes que revertían sus medidas de recorte sobre las pensiones y las universidades públicas, obtuvo respaldo parlamentario suficiente para sostener sus vetos. Allí, en el apoyo que le dieron al Ejecutivo, quedaron expuestas las diferencias dentro del peronismo y del radicalismo.
“Lógicamente, una oposición fragmentada en el Congreso le es favorable al Gobierno. A Milei le conviene que la oposición no sea representativa ni esté articulada con el conflicto social predominante”, señala Marina Acosta, doctora en ciencias sociales e integrante de la consultora Analogías. “El programa de Milei es hoy el eje ordenador de la política argentina. Como está cambiando la estructura económica, hay actores que se han empoderado, otros que se han debilitado y también han aparecido nuevos actores. Eso ha tenido también consecuencias en el sistema político”.
La disputa y el fantasma
En el peronismo, la figura central sigue siendo la exmandataria Cristina Kirchner (2007-2015), quien busca presidir el Partido Justicialista (PJ), hoy acéfalo. Las elecciones partidarias están convocadas para el 17 de noviembre, pero ella ya tiene el camino allanado. Se había postulado para enfrentarla el gobernador de la provincia de La Rioja, Ricardo Quintela, pero su lista fue impugnada por la junta del PJ y este viernes un fallo judicial rechazó su recurso de queja. Lo que pudo haber sido una apacible definición se volvió una tensa puja interna por los duros reclamos del kirchnerismo al gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, a quien acusan de no haberse alineado con la expresidenta y de haberse mostrado neutral en el pulso con Quintela. La despiadada lucha por el poder en el PJ amenaza con debilitar la imagen de Kicillof, hasta ahora el dirigente peronista mejor ubicado en la carrera contra Milei.
Pese a que algunos gobernadores y legisladores del PJ han mostrado un acercamiento al Gobierno ultra —como los de Tucumán, Salta o Córdoba—, Acosta enfatiza que “el peronismo no registra una crisis de identidad. Las bases peronistas son absolutamente opositoras. Lo que vemos en el peronismo es una crisis de liderazgos, como ha tenido otras veces en su historia”. Negri destaca que, por un lado, la existencia de Milei “le da a un peronismo muy dividido una razón de ser y de buscar la manera de mantenerse unido”. Por otro lado, sostiene, “la percepción social es que, luego de un gobierno desastroso, los peronistas se enfrascan en una disputa interna que es muy difícil entender desde afuera”. ¿Kirchner aspira a ser ella la candidata que enfrente a Milei? ¿O pretende ser quien dirija la estrategia electoral, como en 2019? “La experiencia de Alberto Fernández [2019-2023] mostró que no puede haber un presidente subordinado”, opina Negri. “El fantasma de que Cristina esté atrás del trono es una señal muy negativa. El peronismo no puede volver a jugar esa carta”.
Los partidos partidos
Hasta el año pasado, la Unión Cívica Radical (UCR) conformó junto al PRO y otras fuerzas la alianza Juntos por el Cambio (JxC), la que acompañó a Macri en la Casa Rosada (2015-2019). Las posturas ante Milei disolvieron esa coalición. Parte del PRO se integró al Gobierno, mientras Macri y el partido mantuvieron un apoyo desde afuera. La UCR inicialmente se posicionó más lejos del presidente ultra, pero diversos sectores se fueron acercando con el correr del año. Hasta que hace dos semanas se fracturó el bloque radical en la Cámara de Diputados, después de que un grupo de legisladores sostuviera el veto presidencial contra las leyes de movilidad jubilatoria y de financiamiento universitario, desobedeciendo las definiciones del partido.
“El PRO y la UCR hoy no saben qué son”, afirma Burdman, consultor y doctor en ciencia política. “El PRO está partido en dos pero artificialmente, porque sus votantes están casi todos con Milei. El radicalismo está partido en tres, pero en este caso son los propios votantes radicales los que están divididos entre los que apoyan a Milei, los que están en contra y los que tienen una postura intermedia, que son los sectores con más trayectoria en el partido”, añade.
“Mientras a Milei le vaya bien”, plantea Negri, “los sectores más tradicionales de la UCR, los que gobiernan provincias con sociedades conservadoras, con un electorado muy gorila [antiperonista], tendrán un incentivo claro para acompañar al presidente”. Del otro lado quedará, entre tanto, “el radicalismo más urbano y progresista, socialdemócrata al estilo europeo”. Fugazmente, las distintas vertientes de la UCR se mostraron unidas esta última semana, cuando rechazaron las acusaciones de golpismo que Milei le dedicó a Raúl Alfonsín, el presidente radical de la restauración democrática (1983-1989).
Para el PRO, la disyuntiva es compleja. Si sigue la afinidad ideológica y se suma al Gobierno, corre el riesgo de ser absorbido y entregar lo que cosechó en las últimas dos décadas. Si toma distancia, como pretenden sectores hoy minoritarios, contraría la voluntad de sus electores. Al midmo tiempo, La Libertad Avanza (LLA, el partido de Milei) necesita al PRO en el Congreso. Un problema adicional, apunta Burdman, son “las diferencias sociales y culturales. La Libertad Avanza es un partido más popular y el PRO es más elitista. Socioculturalmente son partidos distintos, ideológicamente no”.
En este escenario de desconcierto opositor, el Gobierno de Milei se prepara para los comicios legislativos de 2025. La hermana del mandatario, Karina Milei, secretaria general de la Presidencia, comenzó a recorrer el país para darle alcance nacional al partido “libertario” —este fin de semana fue el turno de las provincias de Santa Fe y de Entre Ríos—. Con esa herramienta organizada, el oficialismo se garantizará presencia para postular candidatos o para negociar con los gobernadores. “Milei tiene muy claro que su éxito está focalizado en mostrar dos o tres logros: quiere dólar barato y baja de la inflación para llegar a las elecciones, lo demás no le preocupa”, dice Negri. “Para ser un Gobierno muy débil, le ha ido muy bien. Pero Milei parece creer que tiene la vaca más atada de lo que la tiene… Actúa como si fuese más poderoso de lo que es”, advierte.
EL PAÍS