El sueño del Frente Amplio a la uruguaya se le escapa a la izquierda
ColombiaEl sueño de la centro-izquierda colombiana de agruparse en un solo frente político, como lo ha propuesto el presidente Gustavo Petro, volvió a la mesa con la visita de delegados del Frente Amplio de Uruguay. Los políticos de la agrupación de partidos de izquierda vinieron a Colombia a compartir su experiencia. Pero va a pasos lentos más allá del entusiasmo que cantan en redes sociales los líderes que están detrás.
Las actuales reglas electorales, la proliferación de partidos políticos, las diferencias entre liderazgos, y la prioridad en sacar adelante las reformas del gobierno Petro, tienen la propuesta en el congelador de pendientes.
Por ejemplo, para juntarse en un solo bloque institucional y político y presentar listas conjuntas, debe eliminar restricciones vigentes. Actualmente la ley solo autoriza alianzas de ese tipo entre los movimientos más pequeños, que juntos no sumen más del 15 por ciento de los votos en las anteriores elecciones.
Por eso, en las elecciones de gobernadores y alcaldes de octubre, más que un frente consolidado, habrá nuevos ejercicios de coaliciones acordadas más por acuerdos políticos y burocráticos que por una declaración ideológica en común.
El modelo a seguir no es exportable
Juntar en un solo frente a todos los sectores alternativos fue el tema de una cumbre política que se dio la semana pasada en el Congreso. La reunión pasó desapercibida en medio del debate de la reforma a la salud o la crisis de coalición de gobierno.
Pero se dio. Fue a instancia de tres líderes del Frente Amplio de Uruguay, que se creó hace más de 50 años para concentrar en un solo bloque a la centro-izquierda. Desde entonces han sido protagonistas de las elecciones de ese país con líderes emblemáticos como Pepe Mujica o Tavaré Vásquez. Aunque en las de 2019 fueron derrotados y ahora están en la oposición.
Estuvieron Ismael Smith, miembro de la dirección nacional del Movimiento Popular Progresista; Rony Corbo, directivo de Relaciones Internacionales; y Ariel Bergamino, presidente de la Comisión de Relaciones Internacionales del Frente Amplio.
Por parte del Pacto Histórico, que es la base de la idea colombiana, estuvieron líderes de Colombia Humana, el Polo Democrático, Alianza Verde, Mais, Unión Patriótica y ADA. Y la particularidad de dos congresistas liberales: Dolcey Torres y Héctor Chaparro. También la ministra de Vivienda, Catalina Velasco.
Las reuniones fueron en varios escenarios, pero siempre dentro del Congreso. Ariel Bergamino, quien ya conocía Colombia de cuando fue diplomático, les habló de cómo surgió la idea del Frente en Uruguay y qué elementos podrían tomar la replicarlo. Eso sí, con márgenes.
“No es que el nuestro sea un modelo exportable. Las circunstancias entre Colombia y Uruguay son diferentes en la dimensión demográfica, en las trayectorias políticas. Sin embargo, los desafíos son comunes y un poco la lógica fue explicar que aún con luces también tenemos sombras”, le dijo Bergamino a La Silla.
La izquierda colombiana viene buscando replicar ese modelo desde la década pasada. En 2014, por ejemplo, hubo reuniones, asados y acercamientos para ser protagonistas en las presidenciales. Pero el intento se quedó en la coyuntura electoral.
El nuevo impulso viene del envión de la victoria de Gustavo Petro en la presidencia y de la crecida en representación en el Congreso. “Muchos pensamos que, sin querer copiar al pie de la letra lo de Uruguay, sí debe ser tenida en cuenta esa opción para la izquierda. Es atreverse a montar una estructura”, dice el representante y presidente de la UP. Gabriel Becerra.
Aunque la idea y la asesoría uruguaya están, aterrizar la idea aún es una incógnita.
Reformas las normas que alguna vez los favorecieron
Para aplicar el modelo uruguayo, la izquierda colombiana necesita modificar las normas electorales que los cobijaron cuando eran oposición, como el tope del 15 por ciento para formar coaliciones.
La restricción, que entró en la reforma al equilibrio de poderes de 2015, se aprobó pensando en que más movimientos pequeños logren el umbral necesario y sobrevivan. El Pacto Histórico sacó cerca del 20 por ciento en las elecciones del Senado en 2022, por lo que de cara a 2026 ya superó el tope y no puede hacer más alianzas. Y los intentos de modificarlo en la reforma política fracasaron.
Otro punto que debe ajustar es el de la reagrupación política. Tratar de traerse a congresistas liberales o de partidos tradicionales que se identifiquen con la idea del Frente solo es posible si crean una norma que permita el transfuguismo o el cambio sin repercusiones judiciales como la renuncia a la curul.
Esos dos cambios estaban en la reforma política que impulsó en el Congreso el gobierno de Gustavo Petro. Pero los partidos tradicionales no le compraron la idea porque lo vieron justamente como una amenaza para que Petro tuviera más poder político. El Pacto no tuvo la fuerza para sacar adelante esa reforma.
“Indudablemente juega y pesa mucho la legislación electoral”, dice Bergamino.
La sincronía del modelo uruguayo también se debe a que, por ejemplo, las elecciones no son tan distantes unas de otras. Entre las regionales y las nacionales en ese país hay una diferencia de seis meses, mientras que en Colombia el tiempo es de dos años. Allá también hay elecciones primarias o consultas internas con listas cerradas.
Esa cercanía, añade Bergamino, permite que los proyectos políticos sean más cercanos y atados a una causa común como la del frente uruguayo. “Es claro que habría que acompasar esto con una reforma política-electoral”, dice Becerra.
Uno de los puntos álgidos en medio de la discusión es el de las personería jurídicas porque a más partidos, más atomización de la política. Colombia pasó de 14 partidos con personería jurídica en 2019 a 34 en 2023. Varios de ellos de sectores alternativos.
Tener un partido es tener poder e incidencia. Pueden avalar candidatos, recibir financiación del Estado para su funcionamiento ($60 mil millones repartidos entre todos) y acceder a espacios en los medios de comunicación para hacer publicidad. La idea de soltar ese poder, para cumplir un rol secundario en un frente aún es punto de discusión entre los sectores alternativos.
“Habría que cambiar el tema de la personería jurídica. Implementar la progresión adquisitiva de derechos. Es decir, que de acuerdo a la fuerza política se puede acceder a derechos. Unos a financiación básica, a los medios, pero ya el derecho de las candidaturas sería para los que pueden tener respaldo de votos”, dice Becerra de la UP.
Actualmente el Pacto tiene unos ocho partidos: Colombia Humana, Polo Democrático, Alianza Democrática Amplia, Fuerza de la Paz, Todos Somos Colombia, Fuerza Ciudadana, Mais, UP. Todos con financiación propia y poder de avales en regiones.
Todo eso, sin tener en cuenta, a partidos que pueden ser potenciales aliados: Independientes de Daniel Quintero, Fuerza Ciudadana de Carlos Caicedo, la ASI, o los movimientos indígenas Aico y el nuevo partido afro Ecologistas.
El abanico puede crecer si el CNE le da personería a Poder Popular, el partido del expresidente Ernesto Sámper, quien está alineado con la propuesta del Frente. El abogado Miguel Samper, hijo de Ernesto, hizo parte de las reuniones con los uruguayos.
Juntarlos bajo una misma sombrilla, pero sin el poder individual, mantiene fría por ahora la idea.
Por ahora, y de cara a las elecciones de octubre, lo que han acordado es montar coaliciones con candidatos afines y fuertes con y sin necesidad de pasar por consultas internas como hacen en Uruguay. Por ejemplo, ayer Colombia Humana eligió sus precandidatos para eventuales consultas interpartidistas que deben informarse antes del 4 de mayo.
LA SILLA VACÍA