El que afloja, pierde
ArtigosMónica Xavier
Partido Socialista de Uruguay
Senadora de la República y Presidenta del Frente Amplio entre 2012 y 2015
El jueves pasado visitó nuestro país el presidente de la República de Francia, el socialista François Hollande. Y aseguró que Uruguay «es el país que está más cercano a Francia en el mundo».
Ni es frecuente la visita de mandatarios de primeras potencias mundiales a este pequeño y distante país ni tampoco es fruto de la casualidad. Obedece a una estrategia de proyección a través de política internacional, a pesar de la tormenta de críticas que recibe nuestra cancillería desde la oposición – como en todo.
La lectura posible de esta visita es una sola: una gran oportunidad. Uno de los temas abordados fue continuar profundizando el acercamiento entre MERCOSUR y Unión Europea. En ello Uruguay está llamado a cumplir un importantísimo rol de articulación. Y lo está logrando. Y de ese acuerdo dependen viabilidades en varios órdenes: científico, comercial, cultural, industrial, laboral, ambiental.
Sin embargo esto no mereció titulares. La prensa eligió otros asuntos. No con esto cuestiono decisiones editoriales. No me corresponde. De lo que estoy segura es que un hecho de esta magnitud merece el mayor destaque. En esta clase de alianzas nos va la vida como nación. A un país de nuestra dimensión no lo hacemos avanzar ni con aparatosas denuncias ni tampoco hay espacio para la ineficiencia.
No podemos seguir jugando la pelea electoral cuatro años antes de las elecciones. Eso en lo que el arco opositor sin exclusiones está dando sobrada muestra de desespero. No los mueve la transparencia ni la eficiencia pública – que los tiene muy mal perfilados según el desempeño de sus propios antecedentes -. Sobran los ejemplos, desde los más distantes hasta los actuales. Los mueve la pulsión del eterno retorno al poder perdido. Nada más y nada menos.
Hoy cumplimos un año de gobierno. Es el tercer gobierno consecutivo de izquierda electo con mayorías parlamentarias. Eso se llama apoyo. Eso se llama confianza. Eso es lo que apuntan a minar desde la oposición, sin dar un día de tregua. Esa es la forma más flagrante de desconocer la voluntad popular.
En la izquierda tenemos que recuperar cohesión y espíritu colaborativo, para hacer de este país un lugar que siga potenciando las posibilidades que le fueron negadas por décadas. Nuestros gobiernos permanentemente deben demostrar esencia superadora. El progreso es un desplazamiento en las cualidades de la sociedad, que va mucho más allá de un eslogan. No se limita a una moda. Requiere capacidades, honestidad, valentía, humildad. Nadie puede hacer ostentación de competencias infalibles. Nadie en nuestra fuerza política tiene derecho a poner en jaque el esfuerzo de tantos años de sacrificio y lucha, y a tantas esperanzas compartidas.
El desafío es doble: hacer y demostrar. Cuando en cuatro años se vuelva a pasar raya, tendremos que vivir la realidad de una sociedad mejor. Allí está la obligación de seguir dando respuesta a las necesidades populares así como de saber reconocer cuando erramos. Todo condicionado -en todos los momentos, en todas nuestras acciones – al mandato ético frenteamplista. Debemos tener un sólido y continuo sustento como fuerza política si no queremos que la ciudadanía use en nuestra contra la idea de cambio. El que afloja, pierde y perdemos todos.