Petro se vuelca a sus apoyos más tradicionales
ColombiaPor un lado, con el ingreso de Camargo recuerda su lucha contra la alianza entre políticos y paramilitares, conocida como la parapolítica. Como congresista opositor del Gobierno de Álvaro Uribe, Petro fue uno de los grandes líderes de los debates por ese fenómeno criminal. Trabajó muy de cerca con una unidad de la Sala Penal de la Corte Suprema encargada de esas investigaciones, que coordinaba su hoy ministro de Defensa, Iván Velásquez, y donde trabajaba Camargo.
Más adelante, Velásquez lideró la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), financiada por la ONU y encargada de investigar ese delito en el país centroamericano. A la CICIG se llevó también a Camargo, que, si bien no es una figura conocida públicamente, sí trae en su trayectoria esa lucha contra la corrupción, otra tradicional bandera de Petro. El presidente, además, sacó de la terna a Amparo Cerón, quien, según personas cercanas al presidente, no avanzó lo suficiente en la investigación por el escándalo Odebrecht, de la que estuvo encargada en la Fiscalía. Ese relevo, en suma, reitera un mensaje anticorrupción que ha pasado a segundo plano en el discurso de Petro frente a asuntos como la transición energética, la paz total o la reforma del sistema de seguridad social y de los servicios públicos, pero que ha venido retomando.
Prueba de ello es su reciente anuncio de que en su Gobierno no habrá licitaciones con un solo proponente, algo que permite la ley cuando no hay más interesados o cuando estos resultan descalificados por no cumplir con los requisitos. El presidente hizo esa afirmación después de que la Cancillería declaró desierta una licitación para elegir la empresa encargada de producir los pasaportes, y pese al riesgo tanto de demandas de la única empresa habilitada en ese concurso, Thomas Greg & Sons, como de demoras o problemas en la expedición del documento requerido para viajar fuera del país.
Petro no solo ha desempolvado banderas que los caracterizaron por décadas, sino que ha reforzado su apuesta por movilizar a sectores que le han sido fieles en el pasado. Las marchas que ha convocado para este miércoles, en apoyo de las reformas que ha propuesto y que tienen un camino difícil en el Legislativo, son la prueba más evidente. Sindicatos, campesinos, maestros o indígenas, varios de los grupos sociales que más impulsaron su campaña presidencial en 2022, son los principales convidados. Una vez más, pues ya los ha llamado a salir a la calle varias veces desde abril, cuando rompió su Gobierno de coalición y dio un primer giro a la izquierda.
En esta ocasión, el Gobierno ha convocado marchas «por la vida», una suerte de término sombrilla para los cambios que impulsa en varios frentes. Y no solo ha impulsado la convocatoria con un llamado, sino con incentivos concretos. Por ejemplo, organizando y publicitando el concierto de cierre de las movilizaciones en la céntrica Plaza de Bolívar de Bogotá, encabezado por el famoso grupo de rock Aterciopelados.
La música convoca justamente a otro de los sectores más tradicionalmente afines a Petro, la juventud. Fueron los más jóvenes los que más votaron por él, y es en ese grupo demográfico en el que tiene mejor opinión en las encuestas. Los jóvenes también fueron mayoritarios en las manifestaciones de 2019 y 2021, un estallido social que arrinconó al Gobierno del derechista Iván Duque y que impulsó la aspiración presidencial de Petro en 2022, pues se había convertido en cabeza de la oposición tras haber arañado el poder.
El reciente anuncio de que una de las víctimas de los abusos de policías en esas movilizaciones, Gareth Sella, será el viceministro de Juventud del nuevo Ministerio de la Igualdad, es otra muestra del regreso de Petro a sus bases sociales. En campaña, Petro se comprometió no solo a velar por esas víctimas, sino a asegurar la libertad de decenas de jóvenes que estaban detenidos por participar en las protestas, en varios de casos por procesos con irregularidades. Obtener ese cometido ha resultado difícil tanto en el Congreso como ante la justicia, y de allí que la designación de Sella como encargado de toda la política pública de la juventud sea un guiño especialmente relevante para otro grupo que ha sido históricamente cercano a Petro.
Y no solo a él sino, incluso de forma más clara, al candidato de su partido para la Alcaldía de Bogotá, el exsenador Gustavo Bolívar. El antiguo guionista de televisión, quien le dijo a este diario que de su éxito electoral depende «la supervivencia del Pacto Histórico [la coalición de partidos y movimientos políticos por la que fue elegido Petro]», apoyó directamente a los jóvenes que se movilizaban contra el Gobierno de Duque. Hizo colectas para conseguir cascos, escudos, gafas y máscaras antigás para la llamada Primera Línea, un grupo organizado de jóvenes encargado de proteger a los demás manifestantes de las arremetidas del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) de la Policía, y al que pertenecía justamente Sella.
Esa iniciativa la valió fuertes críticas del Gobierno de entonces y de sus aliados de la derecha, pero también le granjeó la simpatía de muchos de los jóvenes manifestantes y sus familias y allegados. Justo a un mes de llegar a las urnas, Bolívar ha dicho que asistirá a las movilizaciones convocadas por Petro. El candidato gobiernista ha dicho que no se trata de una manifestación electoral, lo que estaría prohibido al ser financiada con recursos públicos, pero las marchas mismas, y la «toma de Bogotá» que hará el Gobierno en los días siguientes han sido criticadas por sus rivales políticos.
«Las reuniones del Gobierno nacional en Bogotá se hacen para beneficiar la campaña de su partido», dijo en X – antes Twitter- el candidato Carlos Fernando Galán, puntero en las encuestas. El exdirector de la Policía y candidato de derecha Jorge Luis Vargas convocó a un cacerolazo de rechazo, este mismo miércoles, a las siete de la noche. El independiente Juan Daniel Oviedo, que este martes recibió la noticia de que oficialmente no está inhabilitado para ser candidatos, dijo que el presidente «está interviniendo en política». El aspirante del uribismo y ministro de Defensa durante las movilizaciones de 2019 y 2021, Diego Molano, ha dicho que las marchas son «la procesión del terror».
Petro ha seguido adelante. Las votaciones del 29 de octubre serán leídas por muchos como una valoración de su mandato, un termómetro del apoyo popular, aunque obedezcan en mayor medida a lógicas locales. Perder Bogotá, la ciudad que él mismo gobernó hace una década y que le abrió el camino a la presidencia, sería un golpe fuerte. La fuerza de las marchas de este miércoles será una señal de qué tantas fuerzas tienen Petro y Bolívar, movilizando a los sectores más afines al Gobierno y ondeando las banderas que lanzaron a Petro a la presidencia, en el mes final de la campaña.
EL PAÍS