Las sanciones de EE UU al expresidente Cartes perjudican al Partido Colorado en la campaña electoral paraguaya
ParaguayEl conservador Partido Colorado se juega su hegemonía el próximo 30 de abril frente a una coalición opositora también conservadora, la Concertación Nacional, liderada por el Partido Liberal. El Partido Colorado, que en realidad se llama Asociación Nacional Republicana (ANR), domina el Estado y la vida económica y política de Paraguay desde hace décadas. Pero su poder está en crisis desde que el Tesoro de EE UU decidiese sancionar al expresidente colorado Horacio Cartes (2013-1018) por «incurrir en actos de corrupción antes, durante y después de su mandato como presidente de Paraguay».
Cartes es acusado por EE UU y hasta por el actual presidente paraguayo, Mario Abdo Benítez, de contrabando de tabaco -con su principal empresa, Tabacalera del Este S.A. (Tabesa)- y de lavado de dinero (Banco Amambay, ahora Banco Basa) y de estar vinculado por eso a la financiación de grupos considerados terroristas por la Casa Blanca, como Hezbollah.
«El panorama electoral cambió fuertemente después de la efectivización de las sanciones contra (el expresidente) Horacio Cartes», opina la historiadora Milda Rivarola sobre la inclusión de Cartes en la lista de personas que no pueden entrar a EE UU ni hacer negocios con sus empresas.
«El cartismo no es coloradismo. Se infiltró en el partido con su dinero», argumenta Rivarola sobre el expresidente dueño de una de las mayores fortunas de América, que nunca había participado públicamente en política y ni si quiera se había inscrito a votar hasta 2013, cuando se candidateó a presidente con los colorados. Ganó en aquella elección a Efraín Alegre, el candidato opositor que se presenta ahora por tercera vez consecutiva.
Pocos prestan atención a las encuestas locales de intención de voto. Algunas dan más de 10 o 30 puntos a los colorados. «Se han manipulado mucho, se usan con otros propósitos», dice el director del Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (Cadep), Fernando Masi. «Van a ser elecciones muy competitivas. A falta de encuestas se siente un temor en los referentes colorados que solo vi en 2008 , apunta Milda Rivarola. Ambos recomiendan la encuesta Atlas, hecha en Brasil y que da un empate técnico, con casi dos puntos más a Alegre frente a Santiago Peña, candidato colorado, exministro de Hacienda del gobierno de Cartes y también exempleado de su Banco Basa.
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En 2008 el Partido Colorado perdió el control del Ejecutivo por primera vez en casi 80 años contra el exobispo Fernado Lugo, que ganó al frente de una coalición de su partido, el Frente Guasu (centro-izquierda), y el Partido Liberal (centro-derecha). El gobierno de Lugo duró cuatro de los cinco años de mandato antes de atomizarse y caer en un juicio parlamentario promovido por el Partido Colorado en 2012 con apoyo del propio Partido Liberal. El juicio fue considerado un golpe de estado blando por quienes lo sufrieron y por la diplomacia latinoamericana de la época.
«Cartes era la consecuencia natural del golpe contra Lugo, fue la respuesta a todo ese temor de la embajada de EE UU y del empresariado sobre el supuesto socialismo bolivariano del Gobierno Lugo. Cartes es la consecuencia natural de esa destrucción. Él estuvo detrás del juicio político y ya había adquirido el partido para candidatarse, pero el pacto era por un mandato», rememora Rivarola.
Antes de terminar sus cinco años, Cartes intentó reformar la Constitución para reelegirse. Liberales y colorados históricos se opusieron en la calle. El 31 de marzo de 2017 quemaron el Congreso para impedirlo.
De aquello salió reforzado Mario Abdo Benítez, hijo del secretario privado del dictador Alfredo Stroessner y representante de la alta alcurnia colorada que ganó la interna y la presidencia del país en 2018. Pero después de cinco años, Cartes retomó el control del partido, al punto de imponer a su candidato en las internas de 2022. Pero algo no salió como Cartes esperaba.
Una esperanza para la oposición
«Para ellos fue imprevisto, el Partido Colorado nunca pensó que el gobierno de EE UU iba a llegar tan lejos. Cartes tiene una espada de Damocles sobre el cuello. Puede ser extraditado en cualquier momento», dice Rivarola. Las sanciones contra las empresas de Cartes se reflejan en el día a día. Las agencias financieras de su propiedad, que dominaban el mercado, ya no pueden trabajar con empresas como Western Union, por donde llega la mayoría del dinero que los cientos de miles de migrantes paraguayos mandan desde el extranjero a sus familias.
«Si serían cercanos que hasta el pago de 150 dólares para solicitar una visa a EE UU se hacía a través de una empresa de Cartes», dice Masi. Hoy, el efecto de las sanciones lo está aislando. «Ahora es una persona con miedo y le golpean en el centro de su poder político que es el dinero. Hay referentes colorados que ya están hablando del riesgo que supone Cartes para los resultados», añade Rivarola.
La oposición la lidera Efraín Alegre, abogado conservador, presidente del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), exministro de Obras Públicas del gobierno de Lugo, el cual abandonó entre denuncias de corrupción y contra el que votó en el juicio político que lo derribó en 2012. Alegre dirige la Concertación Nacional, como se conoce a su alianza con otros partidos de centro derecha más pequeños pero muy activos y de la izquierda representada por una parte del Frente Guasú, el Partido Febrerista y la Federación Nacional Campesina (FNC).
La Concertación presenta la candidatura de Alegre acompañada por Soledad Núñez, exministra de Vivienda de Horacio Cartes que buscaba la presidencia como independiente. Los acompañan cientos de candidaturas de senadores y diputados de larga trayectoria opositora y anticorrupción como la exministra de Salud de Lugo y senadora por el Frente Guasú, la médica Esperanza Martínez o la abogada y diputada del conservador Encuentro Nacional, Kattya Gonzalez.
Masi cree que, si hubiera ganado un candidato colorado sin vínculos con Cartes, quizá EE UU hubiera seguido apoyando al partido: «Yo no sé si decir que no le quedaba más remedio que apoyar a la Concertación, o si ya había un plan, depende de cada administración del Gobierno de EE UU. Creo que hay cosas que sí le molestan a EE UU, como el lavado de dinero y el terrorismo, donde tienen que actuar por más pequeño que sea el país y Cartes ha estado vinculado a las dos cosas».
EL PAÍS