¿Qué esperar de la esperanza?
ArgentinaPor Horacio Verbitsky
Fuentes: El Cohete a la Luna
La reaparición de Cristina en el estadio Maradona de La Plata puede tomarse como la apertura del proceso electoral que culminará en un año con la renovación del Poder Ejecutivo, aunque nada permita afirmar que la Vicepresidenta haya decidido presentar su candidatura.
Sólo dijo que es imprescindible un acuerdo democrático, tanto político cuanto económico, para impedir la regresión que propone la actual alianza entre PRO, el UCeRreísmo y la Coalición Cívica Libertadora, con el apoyo indisimulado de la República Autónoma del Cuarto Piso, el Estado Libre Asociado de Comodoro Py, la trifecta mediática y el poder económico más concentrado. Como en espejo, la razón de la vida de ese bloque es asegurarse un Nunca Más del kirchnerismo, que gobernó entre 2003 y 2015, y, en palabras de Cristina, cambió la Argentina y podría hacerlo de nuevo en el futuro. Su mensaje del jueves, podés leerlo completo aquí.
Luego de un distanciamiento de una década, Alberto Fernández acuñó el astuto slogan Con Cristina no alcanza, pero sin ella no se puede. El jueves, en el camino a la capital bonaerense, paredones y puentes replicaban: Si el pueblo quiere, Cristina puede. Es una de las cosas que están por verse y ella se lo recordó a la multitud con una de las tantas frases célebres de Perón, en su medida y armoniosamente. La invitación a Wado de Pedro y Axel Kicillof para que la acompañaran en el escenario al terminar su discurso, ellos dos y nadie más, completa la ambigüedad del mensaje.
Por lo pronto, sus definiciones en el cincuentenario del regreso a la Argentina elevaron el nivel del debate político, hundido en una cloaca por, entre otras cosas,
La pretensión de Ricardo Lorenzetti de equiparar el juicio de 1985 con el hostigamiento a CFK, sin pruebas de que haya cometido algún delito, cosa que volvió a quedar de manifiesto cuando el fiscal Diego Luciani dijo que no replicaría los alegatos de ninguno de los acusados en la causa Vialidad, que demolieron su show mediático. Pese a ello, La Nación anunció ayer que Cristina será condenada en diciembre;
los comentarios de Maurizio Macrì sobre la imaginaria superioridad racial de Alemania que, luego aclaró, se referían sólo al fútbol (sic);
la denigración de Luis Juez de la democracia que, a su juicio, no le mejoró la vida a nadie. Su reivindicación de la dictadura llegó a ponerla como modelo de “absoluto acatamiento” a las órdenes de la Justicia. No se le ocurrió mejor ejemplo que la libertad del periodista Jacobo Timerman. Su hijo Javier le recordó que “no fue liberado [como ordenó la Corte Suprema], sino expulsado del país, sus bienes confiscados, y se le quitó la ciudadanía”;
la estulticia de la ministra de Trabajo para quien es más importante un trofeo deportivo que el descenso de la inflación que está destrozando el poder adquisitivo del salario.
Peronismo y mitopeya
La idea de Macrì tiene amplia aceptación en un sector social de altos recursos, del que proviene la hinchada futbolística que pudo viajar a Qatar (donde una lata de cerveza cuesta 6.000 pesos) y se distinguió por hostigar a los jugadores de piel oscura del seleccionado francés. Le apuntó sobre todo al compañero de Messi en el PSG, Killian Mbapé, con un canto en el que lo llaman “cometrava” y dicen “Tu vieja es nigeriana, tu viejo de Camerún” y “juegan en Francia pero son todos de Angola”.
Pero es dudoso que le sirva como recurso para atraer votos, lo que requiere pescar en el 95% restante de la población. Esa es la idea central del mensaje de Cristina, tan peronista como se puede ser, pero del peronismo realmente existente y no de las construcciones mitopéyicas. Perón llegó a la presidencia en 1946 como parte de un frente de tres fuerzas flamantes, que habían participado en la movilización del 17 de octubre de 1945, y que hoy pocos recuerdan:
Partido Laborista, formado por dirigentes sindicales anarquistas y socialistas como Cipriano Reyes y Luis Gay;
Unión Cívica Radical, Junta Renovadora, constituido por una disidencia de la UCR. Uno de sus dirigentes, Hortensio Quijano, fue el compañero de fórmula de Perón; otro, Juan Isaac Cooke, sería embajador en Naciones Unidas y su hijo, John William Cooke, el diputado más joven del nuevo oficialismo; también tendría larga historia en el peronismo otro radical renovador, Vicente Leónides Saadi; y
Partido Independiente, una agrupación de dirigentes conservadores, entre quienes estaba Héctor J. Cámpora.
En 1970, su delegado Jorge Paladino firmó junto con dirigentes de la UCRP, los partidos Socialista Argentino, Conservador Popular, Demócrata Progresista y Bloquista sanjuanino un reclamo de elecciones libres, conocido como La Hora del Pueblo. En 1972, a menos de una semana de su regreso, Perón congregó a representantes de 28 partidos en el restaurante Nino, de Vicente López, con la idea de formar un Frente Cívico de Liberación Nacional (Frecilina), con la UCR, la UCRI, y partidos menores de derecha y de izquierda, democristianos y socialdemócratas. El frente electoral que al año siguiente llevó a Cámpora a la presidencia fue más reducido, pero el encuentro del Nino mostró un arco de coincidencias que aisló a la dictadura.
En el final de sus palabras, Cristina reiteró algo que ya había dicho al menos cuatro veces antes: que en el “desencuentro trágico entre Perón y los jóvenes”, tanto ella como Néstor “nos quedamos junto a Perón respetando su conducción, pero no porque nos pareciera infalible. Era porque el pueblo lo había puesto en ese lugar y nosotros habíamos logrado acercarnos a la sociedad y la gente haciéndonos cargo de esa historia”. Era un estilete a Patricia Bullrich, quien sí fue montonera y hoy se propone como la opción del orden represivo, pero también para el subeditor general de Clarín, Ricardo Roa, quien horas antes del acto escribió que Cristina “ha vuelto a ser peronista y vuelve a los ’70 para encontrar legitimidad moral y política en la militancia de esos años”. Pero la foto del retorno, con José Rucci y el paraguas, “es incómoda para La Cámpora porque recuerda que a Rucci lo mataron los Montoneros”. Ni siquiera se molesta en explicar de dónde surge esa identidad entre Montoneros y La Cámpora. Flagrante creación de imágenes falsas, contra una organización cuya única relación con la violencia es padecerla a través de ataques a sus locales y militantes, cuya culminación fue la tentativa de matar a Cristina hace apenas 80 días.
Pero a diferencia de la entrevista con Daniel Filmus en 2010, del diálogo con Hernán Brienza en 2013, del patio con La Cámpora en 2014 y de su discurso en Las Flores el año pasado, reseñados por el historiador de La Lealtad Aldo Duzdevich, esta vez Cristina agregó un párrafo imprescindible para que este sincero relato de una opción desgarradora no pudiera alimentar la renacida teoría de los dos demonios: “No es lo mismo equivocarse y cuando uno se equivoca es la propia vida y el propio cuero el que se expone, que los dirigentes políticos que se equivocan con el dolor del pueblo y la miseria del pueblo y nunca pagan nada. Ojo, no es lo mismo. No es lo mismo tener errores y haber perdido la vida por haber jugado un proyecto político que provocar dolor sin hacerse cargo”. Su conclusión fue homenajear “a los que de uno u otro lado ya no están”, convirtiendo el 17 de noviembre “en el Día del Militante por la Argentina. La Argentina necesita militantes, de ningún partido político sino de la Argentina, de su pueblo, de sus trabajadores, de sus científicos, de sus intelectuales”.
Por ahora es una bella quimera: quien del otro lado de la grieta de un paso para dialogar con el peronismo, corre el riesgo de que los tiburones le arranquen la pierna. ¿Dónde están hoy los Quijano, los Cámpora, los Balbín, los Alende, los Auyero, los Estévez Boero con quienes compartir la mesa?
Un consejo a los magistrados
Cuando Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Juan Carlos Maqueda legislaron sobre la composición del Consejo de la Magistratura, entrometiéndose en la esfera que la Constitución reserva al Poder Legislativo según la misma Corte Suprema reconoció hace apenas dos años, Lorenzetti no votó esa extralimitación, ni en diciembre de 2021 ni ahora. Desbancado de la presidencia del cuerpo, se ha vuelto algo más sensible al asesoramiento constitucional que al chamuyo político e intenta recomponer relaciones con quienes hace 18 años lo colocaron en el tribunal.
Sin embargo, quien más veces es mencionado en los Wikileaks como fuente de la embajada, carece de la convicción y de la persistencia que lo hagan creíble. Durante un homenaje a los jueces que en 1985 condenaron a Videla, Massera & Cia, parangonó aquel juicio con los que hoy se siguen por la presunta corrupción que se enrostra a los políticos de la democracia post-dictatorial y que procuran prohibir que Cristina ejerza cargos públicos. Es la línea que sigue desde 2015, cuando apoyó la utilización del ex fiscal general Natalio A. Nisman como ariete contra Cristina, y acentuó en 2017, al exhibirse orondo entre los jueces Claudio Bonadío, que persiguió a la ex Presidenta en una decena de causas, y Sergio Moro, que detuvo y sacó de la carrera electoral de 2018 a Lula. Ambos resistieron y siguen siendo figuras centrales en la política de sus respectivos países, dos décadas después de la primera presidencia de Lula en Brasil y de Néstor Kirchner en la Argentina. Pero Lorenzetti sigue intrigando en la Corte argentina y Moro fue electo senador por el estado brasileño de Paraná.
En la sesión del miércoles, el Senado votó por unanimidad la designación para integrar el Consejo de la Magistratura durante los próximos cuatro años, de los senadores Mariano Recalde y María Inés Pilatti Vergara por el bloque más numeroso, del Frente Nacional y Popular; Martín Doñate, por el que le sigue, Unidad Ciudadana; y el radical Eduardo Vischi por el tercero en número. Cuando dos funcionarios del Senado llegaron el jueves con la notificación a la Corte Suprema, a las 12 la Mesa de Entradas ya había cerrado, para no recibir el oficio. Se presentaron entonces en la secretaría privada del presidente del tribunal, Horacio Rosatti, lo cual generó un gran revuelo “por razones de seguridad”, pero obligó a que se ordenara la reapertura de la Mesa de Entradas, cuyo módico horario se extiende hasta las 13.
De este modo será más difícil para la Corte excluir a los representantes del Senado de la jura de los nuevos consejeros, prevista para el martes. Como presidente del PRO, Humberto Schiavoni presentó un amparo en el fuero contencioso administrativo federal, reclamando ese asiento para Luis Juez, cuya verborragia presta un valioso servicio a la democracia, tal como ocurrió en Estados Unidos con Donald Trump y en Brasil con Jair Bolsonaro. Menos límites aún tiene José Luis Espert, quien denunció por sedición a CFK y a los 37 senadores que votaron la designación de Doñate. Lo mismo hizo la dictadura de los militares golpistas Pedro Aramburu e Isaac Rojas, contra todos los legisladores que votaron el uso escolar del libro La razón de mi vida y los dos Planes Quinquenales. Como era de prever, el Foro de Convergencia Empresarial, creado para coordinar las acciones de 60 cámaras patronales, criticó lo que el diario La Nación llamó “el desafío kirchnerista a la Corte con la designación de Doñate”. Su aburrido argumento: crear confianza para atraer inversiones. El problema es que en lo que va del siglo, la inversión nunca fue menor que en los cuatro años de Maurizio Macrì.
Del Amazonas hasta Alaska
Tal vez sirva como indicio lo que ocurrió hace una semana en Estados Unidos, y hace un mes en Brasil. Ni la inflación más alta en cuatro décadas, ni la valoración presidencial más baja a esta altura de su mandato, bastaron para que el electorado castigara al gobierno y votara en masa por la oposición. De este modo, el Partido Demócrata retuvo el control del Senado estadounidense, que podrá incluso aumentar en la segunda vuelta en Georgia el 6 de diciembre, y no padeció la catástrofe que se vaticinaba en la Cámara de Diputados, donde quedó en minoría pero por escaso margen. Fueron los mejores resultados para el oficialismo en comicios de medio término en una generación.
Dos lecturas complementarias prevalecen:
La derrota de varios candidatos que contaron con el auspicio personal de Trump y sostienen las mismas extravagantes teorías que su líder muestra el hartazgo del electorado y de una parte de la maquinaria republicana con el clima de guerra civil que se instaló desde el asalto al Congreso, el 6 de enero de 2021, para impedir la conclusión del escrutinio de la elección presidencial, cuyos resultados Trump atribuyó a un fraude contra el gobierno, del que no pudo aportar una sola prueba verosímil. El miércoles, mientras Trump anunciaba en su fastuosa residencia Mar-a-Lago, en Florida, que se propone presentarse como candidato en 2024, quien fuera su Vicepresidente, el conservador evangélico Mike Pence, lo acusó de haber puesto en peligro su vida y la de todos quienes estaban en el Capitolio ese día.
La excepcional cantidad de electores provenientes de minorías intensas, como mujeres y jóvenes, que se inscribieron y luego votaron, al sentir amenazados derechos fundamentales que desde la segunda mitad del siglo pasado se consideraban intocables, pero que Trump puso entredicho, como el aborto. Con apenas un mandato presidencial, Trump pudo designar a tres de los nueve jueces de la Corte Suprema, siguiendo los lineamientos de la asociación libertaria El Federalista pero sus fallos concitaron una fuerte reacción social, al estilo de lo que sucedió aquí con el 2×1.
Mientras en la Argentina se discute la conveniencia de suspender las primarias, en Estados Unidos los demócratas las usaron en forma no convencional, volcando recursos y organización en apoyo de los candidatos republicanos más extremos, con la hipótesis de que serían más fácil batirlos en las generales. Así fue. La serie The Loudest Voice muestra el rol de la cadena Fox News, del australiano Rupert Murdoch, en el ascenso de Trump que le permitió alcanzar la presidencia en 2016. Esa ya es historia vieja. Nadie transmitió completo el anuncio de Trump sobre su nueva candidatura; Fox News entrevistó a varios dirigentes republicanos que atribuyeron a Trump la derrota en varios comicios clave, mientras el videograph indicaba que “los Demócratas ven a Trump como el candidato más fácil de vencer”. Más exasperado que nunca, Trump acusó a los judíos estadounidenses de votar en masa por los demócratas, “cosa que no es buena para Israel”, donde una ultraderecha fascista permitió el regreso al poder de Netanyahu. Pero también los medios gráficos de Murdoch ridiculizaron la pretensión de Trump. Su diario de negocios Wall Street Journal lo calificó en un editorial como el mayor derrotado del Partido Republicano y su tabloide sensacionalista New York Post, a mitad de camino entre Crónica y Clarín, tituló en un lugar secundario de su tapa “Anuncio de un hombre en Florida”, y su crónica en una página lejana lo presentó como el acto extravagante de un jubilado que juega al golf, y recién lo identificó en el final de la breve nota.
También en Brasil, a cuarenta días de la asunción de Lula, el bloque legislativo que apoyó a Bolsonaro se resquebraja. Quienes asimilaban al Centrao con bolsonarismo, no contaban con las deserciones masivas de quienes tienen una larga tradición de oficialismo perpetuo, gobierne quien gobierne. Lula encomendó esa tarea a su Vicepresidente, Geraldo Alckmin, quien abrió negociaciones con su dirigencia. Incluso el pastor evangélico, banquero y empresario de medios Edir Macedo, ya dijo que hay que respetar el triunfo de Lula. “Yo recé: ‘Dios, quiero que gane Bolsonaro’. Dios hizo su voluntad y ganó Lula. Entonces, ¿qué voy a hacer ahora? Voy a seguir con mi vida, porque no dependo del Presidente, gobernador o alcalde. Yo dependo de Dios”. Bolsonaro fue internado con un fuerte dolor intestinal.
En defensa de los derechos
Dentro del Frente de Todos, el acto del jueves terminó con cualquier fantasía. Sólo Cristina puede generar un fenómeno semejante, tanto por cantidad como por calidad de la movilización y nadie más que ella puede asociarse con esperanza. La mitad del gabinete nacional ocupó posiciones en el estadio y escuchó con atención no una crítica al actual gobierno sino una propuesta para el futuro. La jactancia de la coalición cambiante, que se comporta como si ya hubiera ganado las elecciones y cada día anuncia nuevos proyectos de destrucción de empleos y de derechos comienza a producir un abroquelamiento que sólo Cristina puede conducir.
La Coalición Cambiante no sólo anuncia una ofensiva contra los derechos laborales, también está pavimentando el camino para aplanar resistencias. Durante el gobierno anterior, el justicialismo dio el acuerdo en el Senado para la designación de los camaristas del trabajo Leonardo Jesús Ambesi y Manuel Díez Selva, co-directores de la revista de derecho laboral y de la seguridad social de la Universidad Austral. Además de colocar en el fuero jueces que respondan a grandes empresas y/o estudios y de propugnar la anulación de los concursos donde los resultados no satisfacen los planes patronales, como hace un mes narró aquí Jorge Elbaum, el próximo paso es vaciar de competencias al fuero laboral, transfiriéndolas a la Ciudad Autónoma.
La semana pasada, la sala IV de la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal, integrada por los jueces Jorge Eduardo Morán, Marcelo Daniel Duffy y Rogelio W. Vincenti, condenó a la ex ministra de Seguridad Nilda Garré a raíz del bloqueo por parte de trabajadores despedidos de la planta impresora, que el 26 y 27 de marzo de 2011 impidió la salida de los camiones con los ejemplares del diario Clarín. Garré había sido absuelta en primera instancia, en esa y en la causa penal que le abrieron por el mismo episodio.
El voto redactado por Morán (quien fue secretario penal de la mayoría automática menemista en la Corte Suprema, propuesto por el opusdeista Antonio Boggiano, y que en 2006 sentenció que las leyes secretas no violaban la Constitución) , condenó a Garré al pago de 2.143.309 pesos, en concepto de perjuicio patrimonial susceptible de reparación, discriminado del siguiente modo:
445. 920 pesos por costos de impresión por los ejemplares no vendidos; y
697.389 pesos en carácter de ganancia dejada de percibir por la imposibilidad de comercializar el periódico matutino del 27 de marzo de 2011.
La gran innovación es que el Grupo Clarín eligió reclamar la indemnización en forma personal a la ministra y no al Estado y la Cámara lo aceptó. La actualización de la condena, por la tasa de interés pasiva del Banco Central, decuplica su monto y alcanza los 21 millones de pesos. En una declaración de repudio al fallo, el secretario general de la CTA, Hugo Yasky, sostuvo que “Nilda Garré no reprimió la protesta, resguardando así el derecho de los trabajadores y trabajadoras a manifestarse y por eso vemos con suma gravedad este hecho que ataca las libertades sindicales más elementales y demuestra una vez más a quienes defiende un sector de la Justicia. Este fallo sienta un nefasto precedente”. La intención del Grupo Clarín, convalidada por estos jueces, es intimidar a futuros funcionarios y condicionar así sus decisiones, inclinando la balanza en favor de las patronales. Un asistente al acto del jueves comentó: «Que se la cobren de la cuenta que compartía con Máximo Kirchner», una noticia falsa que Clarín sostuvo durante tres años, hasta que el propio gobierno estadounidense informó que no existía. Ambos fueron sobreseídos en la causa penal que se inició a raíz de las falsedades de Clarín, pero ninguno de ellos se ocupó de demandar la compensación económica por el daño que eso les hizo.
Nilda Garré, en noviembre de 1972 al abordar el charter que trajo de regreso a Perón. La venganza sin tiempo.
“No vienen por mí, sino por los derechos de los trabajadores”, dijo CFK en uno de sus alegatos judiciales, y fallos como este lo confirman. Por eso es necesario, más que nunca, organizar la esperanza para impedir que se salgan con la suya, según el designio confesado por Gerardo Milman de que sin Cristina hay peronismo y sin peronismo hay Argentina.
Fuente: https://www.elcohetealaluna.com/que-esperar-de-la-esperanza/