El jefe del Ejército colombiano renuncia para evitar caminar junto a Petro en su investidura
ColombiaEl comandante del Ejército colombiano ha evitado la imagen de verse a sí mismo caminar junto a Gustavo Petro el día de su toma de posesión como presidente, dentro de algo más de un mes. El general Eduardo Zapateiro, el representante del ala más dura y guerrerista de las Fuerzas Armadas, ha anunciado su retiro el martes. Petro dijo un día antes en una entrevista con este periódico que lo destituiría y cambiaría toda la cúpula. “Esta cúpula estuvo muy imbuida por la línea política del Ejecutivo que finaliza (la de Iván Duque). Pero este camino es insostenible y vuelve víctima a la misma fuerza pública, que ha sido conducida a perpetrar actos dantescos contra los derechos humanos. Lo que nosotros proponemos llevará a la fuerza pública a un mayor fortalecimiento democrático”, dijo Petro.
La disputa entre Petro y Zapateiro viene de lejos. En mitad de la campaña, en un acto insólito, el general se enfrentó públicamente en Twitter a quien era entonces candidato. Aunque esa salida de tono resultaba inconstitucional, recibió el apoyo de Duque. De hecho, en una entrevista que publicó el martes el periódico El Tiempo, el presidente saliente insiste en que el militar respondió a unas críticas de Petro y que según su criterio, eso no es participar en política. Los constitucionalistas más reputados del país, de todos modos, coincidieron en que en efecto fue una intromisión inaceptable.
La relación de la institucionalidad con los militares es un asunto complejo en Colombia. El país ha estado inmerso en una guerra interna interminable, lo que le ha dado a los uniformados un poder extraordinario. De hecho, hasta los noventa controlaban el Ministerio de Defensa. Como en muchos otros países, en su seno imperan las tesis conservadoras y la izquierda se ve con sospecha. El acuerdo de paz del presidente Juan Manuel Santos dividió a la tropa. Zapateiro, algo de lo que la gente no se suele acordar, apoyó en un principio la desmovilización de los guerrilleros, pero con el paso de los tiempos se volvió un crítico furibundo.
Zapateiro ha tenido comportamientos erráticos. Despidió con un pésame muy sentido a Jhon Jairo Velásquez, Popeye, uno de los sicarios de Pablo Escobar, autor de decenas de asesinatos, sin que nadie hasta la fecha haya podido explicar por qué lo hizo. En televisión dio un discurso encendido que podía resultar intimidante. Ahora abandona las Fuerzas Armadas: ”Después de 40 años de servicio me despediré del pueblo colombiano, agradeciéndole de todo corazón a todos mis soldados”.
Uno de los mayores enigmas de la presidencia de Petro va a ser su relación con los militares. Como político ha sido muy crítico con la visión del enemigo interno que predomina en los cuarteles. Durante décadas, se han enfrentado a otros colombianos en forma de guerrilla o grupos de narcotraficantes y en ocasiones se han excedido y han violado los derechos humanos. Son responsables de los falsos positivos, el asesinato de 6.402 inocentes que hicieron pasar como guerrilleros para cobrar una prima. Hace unos meses, en una operación del Ejército en el Putumayo, varios civiles murieron en circunstancias sospechosas. La presencia de Zapeteiro, en este escenario de transición hacia un Gobierno progresista, resultaba insostenible. El periódico El Espectador publicó un editorial en ese sentido: “¿No es hora de retirarse, general Zapateiro?”.
Petro tiene la idea de atajar la corrupción en el seno del Ejército, donde cree que operan facciones extremistas. “Hay corrientes de extrema derecha que hay que eliminar. Algunos andan pregonando golpes de Estado y cosas por el estilo. Pero mire, dentro del Ejército no hay unas facciones amigas de Gustavo Petro, hay facciones amigas de la Constitución. Y es lo que hay que desarrollar, un Ejército que obedezca la Constitución, independientemente de los gobiernos que pasen”, dice el presidente.
El País