Detuvieron al exministro de Educación de Bolsonaro por corrupción
BrasilEl pasado mes de marzo el ultraderechista presidente Jair Bolsonaro se refirió a su entonces ministro de Educación, el pastor presbiterano Milton Ribeiro, blanco de acusaciones de corrupción. Dijo que confiaba plenamente en su honestidad. Y en un arrebato soltó una frase que se quedó marcada en la memoria de millones de brasileños: “Pongo por él mi cara en el fuego”.
Superando un dicho tradicional – “pongo mi mano en el fuego” – el mandatario quiso, de esa manera, declarar su confianza irreductible en el sospechoso. Que, a propósito, días después pidió que dejara el cargo.
Bueno: en la mañana de ayer Milton Ribeiro fue detenido por la Policía Federal. Y con él, otro autodenominado pastor, Gilmar Santos, íntimo amigo de la familia presidencial. El también evangelista Arilton Moura era buscado por la policía.
Las acusaciones contra Ribeiro se sostenían en declaraciones de alcaldes que, para lograr liberar presupuestos para sus municipios, eran “invitados” a comprar miles de biblias con la foto del ministro. Se trataba de recursos del Fondo Nacional para el Desarrollo Educacional.
Al menos un alcalde relató el pedido de uno de los autodenominados pastores incrustados en el ministerio de Educación: para liberar el presupuesto aprobado, sería necesario entregar nada menos que diez mil dólares en monedas de oro.
Nada de eso convenció a Bolsonaro para que constatara lo que estaba más que evidente: un grupo de evangelistas transformó el ministerio de Educación en un robusto balcón de negocios.
La prisión de Milton Ribeiro significa algo más que un duro golpe contra el discurso de Bolsonaro asegurando que en su gobierno no hay corrupción. Es, en realidad, una amenaza latente: cuando era ministro, Ribeiro aseguró que recibía a los pastores a pedido directo del presidente. Los mismos pastores involucrados en corrupción.
Si ahora reitera lo declarado, el foco de sospecha recaerá directamente sobre el presidente y entrará en el nutrido rol de acusaciones que tendrá que responder en la Justicia cuando termine su mandato presidencial y se anule la inmunidad que el cargo le garante.
Los aliados más allegados de Bolsonaro admitieron, con todas las letras, que la prisión de Milton Ribeiro ha sido “un desastre”.
La primera reacción del presidente fue afirmar, de manera tímida, que sigue confiando en su exministro, pero que la policía sabrá qué hacer. La segunda fue impedir la entrada de periodistas a un evento en el que habían sido invitados.
Página 12