Reconstruir para Sanar: el programa de Yasna Provoste
NoticiasLa abanderada del partido Demócrata Cristiano, Yasna Provoste, en Estación Moneda, ciclo de entrevistas organizado por Radio Duna y La Tercera.
Aunque las elecciones no se ganan ni se pierden con los programas de gobierno, lo que tenemos aquí es un intento de proyectar hacia el futuro el país de los últimos 30 años, sobre la base de los logros y de los nuevos desafíos que surgen de los cambios en Chile y en el mundo.
Existe un abismo entre el programa de Gabriel Boric y de Daniel Jadue cuando se le compara con el programa de gobierno de Yasna Provoste. Mientras los programas de los candidatos de la izquierda recogen la experiencia y la realidad del siglo XX, el de la candidata de la centroizquierda se hace cargo de los desafíos del siglo XXI.
Dos ejemplos grafican lo anterior de manera elocuente: el neosoberanismo que caracteriza la visión de Boric y Jadue en materia de relaciones económicas internacionales -el debate en días pasados en torno a la revisión de los tratados comerciales y de inversión es solo un botón de muestra-, a diferencia de la activa inserción internacional que propone Provoste, y las relaciones laborales propias de la sociedad industrial de los años 50 y 60 que proponen aquellos, a diferencia de la propuesta de la candidata del Nuevo Pacto Social que se hace cargo de los desafíos de la sociedad del conocimiento o de la información, en la era digital, en pleno siglo XXI. Lo hace asumiendo y sin desconocer los apreciables logros de los últimos 30 años (a diferencia de los programas de Boric y Jadue, que son variaciones en torno a la consigna de “no son 30 pesos, son 30 años”).
Reconstruir para sanar, como se señala en la introducción del programa, no solo se refiere a los desafíos post “estallido social” y pospandemia en los ámbitos de salud, educación, empleo e inversión, contaminación y emergencia climática, sino también en “la reconstrucción de las confianzas sobre la base del respeto y la convivencia” p. 22). No estamos hablando de una frase retórica. Estamos hablando de un Plan Transitorio de la Reconstrucción para Sanar -en los distintos ámbitos mencionados- de US$ 5.000 M anuales, de los cuales la mitad va a salud.
¿Qué duda cabe que el mayor esfuerzo del próximo gobierno, más allá incluso de las reformas estructurales -aunque el programa habla más bien de cambio gradual-, tendrá relación precisamente con las secuelas y los efectos de la revuelta de octubre y la pandemia? El programa es lo suficientemente realista y lo suficientemente ambicioso como para plantearse ese objetivo nacional.
Dos son, a mi juicio, los núcleos centrales de todo el programa y la parte más sustantiva del mismo, cruzado todo ello por los temas de inclusión, descentralización y perspectiva de género.
El primero, y a mi juicio el más logrado, es el primer capítulo sobre “Nuevo modelo de desarrollo” -aunque yo habría preferido hablar de estrategia de desarrollo en la tradición de Jorge Ahumada y Aníbal Pinto-, con un énfasis en innovación, emprendimiento, productividad y alianza público-privada, que son la base de lo que uno pudiera proyectar como estrategia de desarrollo del siglo XXI. Junto con la creación de tres empresas públicas en los campos de riego desalinizado en el desierto, litio e hidrógeno verde -el programa de Boric propone la creación de nueve empresas del Estado-, el énfasis está en las pymes, con énfasis en energía -se propone el cierre de plantas termoeléctricas en 2030, matriz energética 100% renovable a 2035, carbono neutral a 2040 y la instalación de un millón de techos solares-, y crisis y recursos hídricos, junto con propuestas en materia de pesca y acuicultura, minería sustentable y turismo.
Ese primer capítulo, que es la base del programa, tiene 51 páginas, casi el equivalente a los dos capítulos siguientes sobre protección y oportunidades (pensiones, educación y salud) y buen vivir en comunidad (transportes, vivienda, mundo rural, seguridad ciudadana, ciberseguridad, justicia y DD.HH., culturas, artes y patrimonio), quiero decir, la transformación socioambiental y productiva va en serio.
Entre las materias anteriores cabe destacar una pensión básica de $ 225.000, con una expresa declaración sobre respeto por los ahorros acumulados en la cuenta de capitalización individual (el programa de Boric contiene la misma declaración). Se habla de un aporte adicional de 6-8% de cargo del empleador, con un componente de ahorro individual y colectivo que será determinado por ley, con expresa mención que en el futuro sistema los fondos serán de los trabajadores y no del Estado.
LA TERCERA