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El presidente panameño, Laurentino Cortizo, nieto de españoles, ha iniciado una cruzada contra la corrupción, enfrentándose incluso a su gabinete y a su partido

El presidente de Panamá, Laurentino Cortizo, nieto de inmigrantes españoles, ha proferido una advertencia a los políticos de su propia formación política, el Partido Revolucionario Democrático (conocido por sus siglas PRD) e incluso a los que conforman su gabinete:

— “No usen mi nombre, ustedes no me conocen, no me provoquen. No me pongan a prueba”, porque en este país “no se necesitan coimas para obtener un contrato o agilizar un trámite”.

Cansado de las diferentes denuncias que la prensa, en general, ha formulado en torno a figuras de su gabinete y el “descontrol” de su partido en búsqueda de posiciones favorables dentro de su gobierno, su admonición la realizó como presidente de todos los panameños, en especial, dirigida a la élite político-empresarial que “toca puertas” para beneficiarse del gobierno.

Los panameños soportan la desgracia de la corrupción desde hace años, ya que han sido dirigidos por gobiernos catalogados como “corruptos”, que utilizaron la honorabilidad del puesto para el tráfico de influencias, posiciones gubernamentales ficticias, funcionarios de confianza que para acallarles se les otorgaron becas en detrimento a quienes sí las merecían; el despilfarro de los fondos públicos, entre otros males.

Todo ello tiene agotada a una población que señala en los sondeos de opinión, después de la crisis económica, como segundo problema a la figura del “político”, al que consideran como su mayor enemigo.

Esta fue la herencia que recibió Cortizo el 1 de julio de 2019, al asumir la presidencia de la República de Panamá.

El político como un enemigo
Falta de ética de la clase política

Desde la filosofía, el corrupto no es un hombre inteligente, la pasión por el poder y el dinero lo convierte en un ser irracional provocando el desprecio en los otros, por lo que se crea un desequilibro comunitario. La desigualdad, entre ricos, nuevos ricos, pobres, y más pobres, se transforma en protesta de un colectivo ante la descomposición del tejido social. Este es el resultado, es lo que hoy se vive a causa de la corrupción en Panamá.

Para el mandatario panameño, el poder no es más que “poder ser justo”. Sus buenas intenciones, aún no son comprendidas por algunos de ellos, pero han calado en la población, que, a pesar de sus reservas, empieza a sentir confianza en él, en Nito Cortizo, como le gusta ser llamado.

El presidente panameño sabe que la corrupción está descomponiendo la fuerza social, en la capacidad de construir un mejor país, con un sistema de salud al alcance de todos, con la construcción de escuelas, de bibliotecas, obras en beneficio de todos, no de unos cuantos.

Su esfuerzo está destinado a salvar la fuerza social, que son todos, que la corrupción no se convierta en una costumbre, lo opuesto, en un delito, y los autores sean condenados.

Ofensiva judicial
La corrupción como un delito

Es por ello, que hizo un llamado a los magistrados, jueces y al contralor de la Nación a “amarrarse los pantalones” para procesar a cualquier funcionario que incurra en delitos que lesionen el patrimonio nacional.

El presidente de Panamá, Laurentino Cortizo, habla durante el acto de conmemoración de los 20 años de traspaso del Canal de Panamá de parte de los Estados Unidos.

A pesar de los esfuerzos del gobierno de Cortizo por fortalecer la transparencia, aún existen lugares en los que se oculta, en que se esconde, por tanto, el trabajo se torna aún mas difícil, pero no imposible.

Aunque Cortizo se asume como un hombre pragmático, él está consciente de que los cambios no se producen por un nuevo sistema, todo lo contrario, se deben iniciar desde la persona, de aquí su apuesta en la educación.

La formación de nuevos ciudadanos, responsables de sus obligaciones frente al Estado y el Estado hacia ellos.

En este punto entra nuevamente la filosofía, quién mejor que Platón el cual, acerca de la educación, afirmó:

— “El objetivo de la educación es la virtud y despertar el deseo de convertirse en un buen ciudadano”.

A eso es lo que aspira lograr ahora Laurentino Cortizo, quien no quiere pasar a la historia como un presidente más, desea que se le recuerde como el hombre que, a contracorriente, le devolvió la dignidad y la confianza a los panameños en los tres poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

LA VANGUARDIA