Paulo Abrao: «Bolsonaro cometió un error de cálculo cuando cuestionó el sistema de votación ante los embajadores»
BrasilSectores de la administración Biden y especialmente el ala izquierda del Partido Demócrata, ven con preocupación cualquier intentona golpista de parte del mandatario brasileño.
Crece la preocupación en Estados Unidos ante el riesgo de una aventura golpista que estaría urdiendo el presidente Jair Bolsonaro si fuera derrotado en los comicios de octubre por Luiz Inácio Lula da Silva. Una encuesta de la agencia FSB divulgada este lunes ubicó como favorito al candidato del Partido de los Trabajadores (PT) con el 45 % frente al 34 % del aspirante a la reelección.
En las últimas semanas el presidente Joe Biden, del Partido Demócrata, comenzó a dejar de lado el discurso vago sobre el gigante latinoamericano para adoptar gestos más claros frente a las amenazas del excapitán de extrema derecha.
Estos guiños no significan un cambio rotundo de la política externa del norte, ni el fin de las alianzas entre el «estado profundo» norteamericano con los gobiernos autoritarios de la región heredadas desde la Guerra Fría y la doctrina de la seguridad nacional: pero surgen una serie de matices que conviene observar con atención cuando éstos impactan en la coyuntura brasileña.
Biden envió a Brasilia al secretario de Defensa, Lloyd Austin, para transmitir a los generales nativos en persona y ante cámaras el rechazo a cualquier intentona sediciosa al mismo tiempo que postergó , si bien no archivó, la entrega de misiles antitanques similares a los utilizados por Ucrania en la guerra con Rusia.
El viaje de Austin fue cubierto por la CNN desde su embarque en Florida, donde se reunió con la titular del Comando Sur, Laura Richardson, hasta su discurso en pro de la democracia pronunciado en Brasilia ante el general, Paulo Sergio de Oliveira, el ministro de Defensa subordinado a la política desestabilizadora de Bolsonaro.
Sin dudas ésta fue una puesta en escena diferente al muy reservado viaje del jefe de la CIA, William Burns, en 2021 a la capital brasileña donde se encontró con militares y ministros sin la presencia de cámaras ni micrófonos en vivo.
«Creo que fue un mensaje importante, éste que dio el secretario Austin ante sus colegas de Brasil y ante los demás ministros de Defensa de las Américas que estaban en esa cumbre de Brasilia. Austin les dijo que los militares deben subordinarse al poder civil, que no se puede desconocer el resultado de las elecciones», declaró desde Washington, Paulo Abrao, exsecretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos entrevistado por PáginaI12.
«La llegada de Austin a Brasil es uno dentro de varios hechos que nos permiten decir que es realmente consistente, que no se trata de simple retórica, la defensa de la democracia en Brasil que está haciendo en estos momentos la Casa Blanca. A esta posición no la debemos ver como una una injerencia externa, la debemos considerar en el contexto de un mundo interconectado donde la realidad de nuestro país está indefectiblemente ligada a la región, tiene impacto en la región».
Abrao menciona que un grupo reducido de congresistas demócratas propusieron suspender la asistencia militar a Brasil en caso de que las fuerzas armadas «interfieran» en el conteo de votos u otro tipo de anomalías en los comicios de 2 de octubre y el eventual segundo turno del 30 del mismo mes.
La enmienda de los demócratas no fue aprobada en el Congreso estadounidense pese a lo cual fue «dado un recado» que en sí mismo «tiene valor», pondera Abrao, director de la Washington Brazil Office.
Y recuerda que desde hace años las discrepancias entre Estados Unidos y Brasil no eran tan profundas como lo son ahora, afectando temas estratégicos: lo cual trae al presente el embargo armamentístico decretado por el expresidente, James Carter, en perjuicio del gobierno del dictador Ernesto Geisel.
Error diplomático
Para Paulo Abrao el presidente Bolsonaro cometió un «error diplomático» y un «error de cálculo» cuando convocó a decenas de embajadores extranjeros el 18 de julio al Palacio de Alvorada, residencia oficial, ante quienes aseguró que el sistema de votación con urnas electrónicas es poco confiable y se prestaría a un fraude del Tribunal Superior Electoral (TSE) para favorecer a Lula.
«Utilizando argumentos sin respaldo, usando fake news sobre un complot del ministro Edson Fachin (presidente del TSE) Bolsonaro creyó que tal vez podría convencer al cuerpo diplomático y aconteció lo contrario», este discurso alimentó la preocupación en las embajadas.
Con esa reunión Bolsonaro quiso responder, y él propio lo admitió, a las declaraciones de Fachin realizadas en Washington respecto de que en Brasil podría ocurrir algo «aún peor» que el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 y que era necesaria la presencia de observadores extranjeros para hacer valer el pronunciamiento de los electores.
Tres días después de la desafortunada (para él) exposición de Bolsonaro, el portavoz del Departamento de Estado expresaba la «confianza» en el sistema de votación brasileño a través de urnas electrónicas junto con la decisión de observar con atención el desarrollo de los comicios. Además enviaba un recado a los militares para que cesaran en su intento de querer realizar un conteo paralelo.
Departamento de Estado
A fines de julio, luego de la rocambolesca disertación de Bolsonaro ante embajadores, entre ellos el encargado de negocios norteamericano en Brasilia, funcionarios del Departamento de Estado recibieron Paulo Abrao, como representante de la Washington Brazil Office, junto a una delegación de organismos de derechos humanos brasileña para tratar la «difícil situación institucional por la que estamos pasando».
«Lo que nos llevamos de esa reunión bastante fructífera es que el gobierno norteamericano no parece estar dispuesto a permanecer de brazos cruzados mientras se debilitan las instituciones democráticas brasileñas. Podemos decir que ese mensaje que nos fue transmitido en el Departamento de Estado está en armonía con la actitud del secretario Austin en Brasilia».
Más allá de lo tratado en esa reunión con la cancillería norteamericana Abrao apunta la «importancia» de la decisión del gobierno de Biden de tener como interlocutores a organismos de derechos humanos a los que no sólo preocupa lo que pueda ocurrir en los comicios, sino que varios de ellos han investigado las violaciones al Estado de Derechos y las políticas hostiles contra los pueblos originarios de la Amazonia, entre otros temas.
Una de las «embajadoras» de la Ong Washington Brazil Office es la líder indígena, Sonia Guajajara, quien en junio denunció ante el representante especial del Clima, el exsecretario de Estado, John Kerry, la desaparición en la Amazonia del periodista británico Dom Phillips y el indigenista brasileño, Bruno Pereira.
Guajajara afirmó ante Kerry y ante diversos foros que las muertes de Phillips y Pereiria son consecuencia de la «violencia sistemática» del gobierno contra los pueblos originarios y los defensores de la integridad de la Amazonia.
Bernie Sanders
Este fin de semana el senador Bernie Sanders, del ala más progresista del Partido Demócrata, anunció que presentará un proyecto para que el gobierno rompa relaciones con Brasil en caso de que no sea respetado el resultado de los comicios de octubre.
Abrao le contó a este diario que los representantes de los organismos humanitarios brasileños fueron recibidos por Sanders y el diputado demócrata, Jamie Raskin, con quienes se analizó de manera más profunda la coyuntura brasileña en el contexto del surgimiento de una ultraderecha global que tiene en Bolsonaro uno de sus referentes, junto al exmandatario republicano, Donald Trump, cuya mansión en Florida fue allanada este fin de semana por el FBI en busca de papeles ultrasecretos robados.
Debido a la mímesis de Bolsonaro con Donald Trump, sectores de la administración Biden y especialmente el ala izquierda del Partido Demócrata , consideran que si ocurriera un golpe de estado en Brasil éste podría ser un espaldarazo a la extrema derecha sudamericana, y más que eso: podría llevar agua al molino Trump.
«Raskin es integrante de la comisión que investiga en el Congreso el asalto del Capitolio, y mencionó al pasar el nombre del diputado Eduardo Bolsonaro, pero no dijo mucho más sobre el tema», declaró Abrao y dejó el tema picando.
Ocurre que Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente, estuvo sin justificación plausible en la Casa Blanca en la primera semana de enero del año pasado, contemporáneamente con el asalto al Capitolio bendecido, o tolerado, por Trump.
Por lo pront, las conjeturas de que Bolsonaro hijo haya tenido alguna relación con el intento de golpe trumpista no cuentan con informaciones consistentes. Pero la sospecha parece haber incomodado a Eduardo, quien negó categóricamente su participación en los hechos y denunció una conspiración de la izquierda para desprestigiarlo.
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