Lula intenta romper la desconfianza del empresariado brasileño ante su posible victoria electoral
BrasilFederico Rivas Molina
El brasileño Luiz Inácio Lula da Silva lidera todos los sondeos electorales de las presidenciales de este domingo. Arrasa entre los más pobres y los jóvenes, pero lo tiene difícil con empresarios y banqueros, un grupo históricamente refractario a las ideas de izquierda del líder del Partido de los Trabajadores (PT). El martes por la noche, Lula se reunió con casi 140 de ellos. Lo hizo a puerta cerrada, en un evento organizado por el grupo de pensamiento Esfera en la ciudad de São Paulo, corazón de la economía brasileña. Los invitados escucharon el compromiso de Lula en la lucha contra la pobreza y el regreso Brasil a la escena internacional. Pero tuvieron que quedarse sin conocer detalles del plan económico que el candidato implementará si finalmente llega al Palacio Planalto.
La falta de definiciones económicas de Lula le ha merecido reproches entre aquellos que esperan soluciones para doblegar la inflación-hoy en el 8% anual- o contener los reclamos de los ambientalistas frente al avance de la industria agropecuaria en la selva amazónica. Tampoco ha dado el nombre de su eventual ministro de Economía. Con todo, hubo aplausos para el candidato progresista durante el encuentro con el poder económico. “Todo el mundo le pidió que restablezca los parámetros de la economía para acabar con un mejor crecimiento. Y Lula pidió el voto”, resumió João Camargo, director de Esfera, al final del encuentro.
La convocatoria superó todas las expectativas. Esfera había preparado un listado de 100 invitados, pero finalmente el número alcanzó los 137. “Una locura”, dijo Camargo, evidencia de la expectación que causa el favorito en los sondeos. Lula llegó acompañado por Geraldo Alckmin, el hombre del centro derecha que ha elegido como su número dos en la papeleta de la alianza de una decena de partidos, además del de los trabajadores (PT) que lidera. Alckmin fue un duro adversario electoral de Lula en el pasado y ahora da al candidato un barniz de previsibilidad en materia económica. “Ha sido un encuentro plural, como es Brasil”, dijo Alckmin a los periodistas, y destacó la presencia de exministros de Hacienda de Gobiernos no petistas. “Se habló de la necesidad de una reforma tributaria y de fortalecer la industria. La reacción fue buena y positiva. Lula ya fue presidente y la gente sabe que tiene experiencia y no es un novato”, explicó.
Los presentes en el encuentro con Lula debieron dejar sus teléfonos al ingreso, para evitar filtraciones. El temor era que circulasen declaraciones del candidato, porque los empresarios se cuidan bien de no difundir sus propias opiniones políticas. Cuatro hombres de negocios declinaron hablar con este periódico sobre el panorama electoral y la economía porque “en estos momentos es muy riesgoso”, en palabras de un empresario que estuvo en la cena.
Solo uno de los consultados aceptó dar su nombre y, en cambio, el dueño de una poderosa empresa textil habló, pero pidió anonimato. “La comunidad empresarial brasileña conoce las reglas del juego político de Lula y sabe cómo se va a conducir en caso de que gane”, dijo este último, dando a entender que parte de sus colegas marcarán PT en la urna electrónica el domingo. “Ese mismo empresariado sabe de la inconstancia y el cambio de humor del presidente Bolsonaro, que no permite anticipar cómo se comportará. Bolsonaro no está a la altura del clima que se vive a nivel mundial”, agregó.
El apoyo a Lula del poder económico está dividido por regiones. El sur de Brasil está mayormente por la reelección de Bolsonaro, pero Lula se hace fuerte en el sudeste y en algunas zonas del norte. “En general, los que emplean mucha gente están por Bolsonaro. Los bancos y el mercado financiero están más cerca de Lula”, explica la fuente. Felipe Prata, director de Nest Asset Managment, una empresa dedicada servicios financieros, rescata la política económica de Bolsonaro, pero advierte que el presidente y candidato a la reelección no parece tener “las cosas muy claras” sobre el rumbo general del Gobierno. “Por eso Lula está ahí una vez más, porque no tenemos otro candidato. Los medios, los empresarios, ganaron algún dinero con Lula. Y saben que la economía va a mejorar porque ya está mejorando. Lula va a poner gente que no creará problemas”, resume Prata.
El ambiente es el de un voto al mal menor. A finales de julio, un grupo de poderosos empresarios y patronales se sumó al millón de firmas reunido por una carta abierta gestada en la facultad de Derecho de la Universidad de São Paulo en apoyo a “la democracia y el sistema electoral”. El texto no mencionaba a Bolsonaro, pero decía en uno de sus párrafos que Brasil atravesaba “un momento de inmenso peligro para la normalidad democrática, riesgo para las instituciones de la república e insinuaciones de desprecio por los resultados de las elecciones”. Fue una reacción a las dudas que el presidente lanzó sobre la seguridad del sistema de urnas electrónicas que se utiliza en Brasil desde hace 25 años.
El martes pasado, el diario Folha de S. Paulo difundió el manifiesto de un grupo de economistas no afines al PT que llamaba al voto útil porque “Lula es la única opción que vale para derrotar al Gobierno actual, que supone un atraso mayor”.
EL PAÍS