El socialismo en el horizonte
ArtigosMiguel Lifschitz
Partido Socialista de Argentina
Gobernador Santa Fe
En una crisis global como la que estamos atravesando desde 2008 todo el mundo revisa y cuestiona sus planteos sobre la realidad y también sus ideas. Los socialistas llevamos tiempo reflexionando sobre esta situación que podemos definir de muchos modos, situación que nos preocupa y nos desafía, porque no creemos, como profetizan algunos, que no tiene salida o que no tiene una salida por izquierda. Como dijo Willy Brandt, una situación se convierte en desesperada cuando se empieza a pensar que es desesperada.
Estamos en un momento muy complejo de la historia. Por un lado ante un cambio de paradigma en el que, como ocurriera en la revolución industrial, todos los estamentos y las bases mismas de los modelos económicos y políticos vigentes son cuestionados y puestos en observación, y por otro, frente a una crisis global con múltiples manifestaciones.
Ante esta realidad el socialismo no debe agobiarse en intentar dar todas las respuestas; parece mucho más apropiado, plantearse las preguntas que nos lleven a encontrar caminos nuevos para problemas inéditos. Si alguna certeza podemos tener es que en el horizonte de la humanidad, en este sorprendente siglo XXI, vuelve a aparecer con nitidez el socialismo como un esperanza, un socialismo humanista, ecológico, democrático, igualitario y sobre todo ético.
François Mitterrand en el final de su mandato y en el borde de la vida, hizo una profecía que pareció desmedida en su momento: «soy el último político de Francia, aventuró, porque quienes me sucedan poco podrán hacer frente al poder económico». Hoy vemos como los mandatarios de las grandes naciones del mundo, deben articular políticas que buscan conciliar la realidad con las imposiciones de los marcos económicos que parecen universales y atraviesan las fronteras de los países.
Las preguntas, entonces, deben ser globales y las respuestas tienen que surgir de consensos colectivos. Pero las iniciativas tienen que ser particulares porque vivimos en comunidades pequeñas que se acoplan a lo global con sus diferencias y sus necesidades.
Cuando se organizó nuestro país con un esquema federal, que hoy seguimos reivindicando como un modelo progresista, se pensó en la integración de un territorio sin hegemonías, con equidad en el desarrollo para cada de sus regiones. Europa lo sigue buscando a través de una unión que aún tiene una infinidad de contradicciones políticas y económicas que superar. Nuestra región también se encuentra en una búsqueda similar, aunque con más retrocesos que avances en los últimos tiempos.
Aún así, sigue habiendo en manos de los gobiernos nacionales y aún regionales o locales, un cierto poder transformador que puede generar soluciones para problemas propios y que pueda dar ideas y herramientas a situaciones globales. Ya no estamos en un mundo bipolar ni tampoco multipolar, nuestro mundo, como lo define Ricardo Lagos, es apolar: el desarrollo y las ideas surgen en todas partes. El Atlántico ya no es hegemónico pero eso no significa un nuevo imperio del Pacífico: el orden se establece en el flujo de las partes.
En nuestro país, la provincia de Santa Fe, como experiencia de gobierno subnacional y la ciudad de Rosario como gobierno local, son desde hace tiempo un polo irradiador de ideas vinculadas a la gobernanza democrática, al desarrollo económico con equidad social, al bienestar y a las políticas públicas modernas e innovadoras. Detrás de esas experiencias está el socialismo como fuerza convocante y motor de un frente de voluntades políticas que han cambiado el perfil de la provincia, de modo tal que hoy se constituye en un modelo de gestión y convivencia que es observado más allá de nuestras fronteras.
En un país de profundas desigualdades, Santa Fe se erige como un territorio en el que la inclusión social y la garantía de derechos son políticas de estado y no sólo una aspiración. La relación entre lo público y lo privado se dirime precisamente en un marco de diálogo y de articulación de intereses, que permite armonizar las fuerzas del mercado y de la iniciativa privada con las necesidades del Estado y de la sociedad sin recurrir a la confrontación que impide el progreso.
Desde Santa Fe, con un modelo político y económico progresista, el socialismo interviene en el diálogo nacional para dar respuestas pero también para formular preguntas nuevas que todos los socialistas del país debemos hacernos y contestar juntos como tarea ineludible ante los argentinos.
No hay tiempo que perder. La realidad nos pide soluciones y alternativas. Las obtendrá de nosotros si somos capaces de poner en marcha al socialismo, con paso firme hacia el futuro, para acercarnos al horizonte de un nuevo tiempo.