América Latina y el Caribe: una región con agua pero sedienta
ArtigosSergio I. Campos G.
Jefe de división de agua y saneamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)
* Este artículo ha sido publicado por El País en el marco del Foro Mundial del Agua, que se está celebrando en Brasilia del 19 al 23 de marzo del 2018, donde el BID es coordinador regional de las Américas
América Latina y el Caribe posee una población de 630 millones de habitantes, una precipitación media anual de 1.600 milímetros y una escorrentía de 400.000 metros cúbicos por segundo, lo que quiere decir que dispone de casi un tercio del agua dulce del planeta. Sin embargo, aprovechar dicha ventaja hídrica comparativa depende de resolver una serie de factores socioeconómicos, políticos y geográficos, que pueden frenar nuestro desarrollo.
A pesar de los avances en los últimos años, especialmente en materia de acceso a servicios de agua potable con un abastecimiento mejorado de 95% de la población (y de un 85% en lo que respecta a saneamiento adecuado), el progreso regional ha sido insuficiente. Aún persisten desafíos relacionados con la equidad y calidad en los servicios, particularmente entre los segmentos más vulnerables de nuestras sociedades. Por ejemplo, se estima que alrededor del 70% de las familias que no cuentan con servicio de agua y un 85% de las que no tienen saneamiento, pertenecen a los primeros dos quintiles de la distribución de ingreso.
Otra gran disparidad se da entre las zonas urbanas y rurales. En las ciudades, donde vive más 80% de los latinoamericanos y caribeños, las coberturas de agua alcanzan el 97% de la población y 88% en saneamiento; mientras que en las áreas rurales son de 84% y 64%, respectivamente. Dentro de un mismo país, las políticas de centralización también producen disparidades a nivel de acceso, como en Guyana, donde las coberturas de agua mejorada en la capital son del 98% en agua y de saneamiento de 88%; y en ciudades del interior son de 57% y de 65%, respectivamente.
Asimismo, hay un rezago importante en el servicio de alcantarillado, calidad del agua suministrada (considerando criterios de potabilidad, continuidad y presión), y bajo nivel de tratamiento de aguas residuales generadas (con un promedio regional de menos del 25%).
¿Qué podemos hacer? En el marco del cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible 6, las instituciones del sector deben mejorar su gestión administrativa, avanzar en la sostenibilidad financiera, reforzar su marco de gobernanza, generar eficiencia operativa (a través de la innovación por ejemplo), preservar sus fuentes de abastecimiento y aprovechar la tecnología desarrollada por el sector privado.
Además, debe de darse una buena articulación intersectorial, especialmente en términos de ordenamiento territorial urbano, así como planificación de medio y largo plazo adaptada a los retos que presenta el cambio climático, sobre todo de cara a la gestión del riesgo de desastres naturales (cada vez más frecuentes).
En términos de acceso y calidad de los servicios, las intervenciones deben tomar en cuenta las necesidades y expectativas de la demanda del servicio, contemplar el análisis de las condiciones socioeconómicas de la población, su disposición y capacidad de pago; sin olvidar el acceso equitativo a todas las comunidades (particularmente en áreas urbano-informales, rurales y pueblos indígenas) a través de una adecuada comunicación y promoción de los programas e inclusión de las organizaciones comunitarias. Esto permite evitar, por ejemplo, dificultades con relación a la baja conexión de los usuarios a los servicios, especialmente a las redes de alcantarillado.
Todo proyecto debe brindar soluciones integrales, incorporando educación sanitaria (como cambio de comportamiento para adopción de buenas prácticas de lavado de manos o higiene menstrual), y aspectos ambientales y sociales. Esto es aún más evidente en un contexto urbano, como por ejemplo en proyectos ligados a la recuperación de cuerpos de agua o de prevención de inundaciones urbanas, dado que deben incluir alcantarillado sanitario, drenaje pluvial y manejo de residuos sólidos.
Este enfoque integral requiere no solo de un incremento en las inversiones, sino también de una planificación y acompañamiento de largo plazo, lo que necesariamente implica que los estados den prioridad de manera sostenida al sector.
Otro desafío histórico de nuestros países es la seguridad hídrica, especialmente ante situaciones de sequía e inundaciones. Existe una disparidad en la distribución espacial de los recursos hídricos. Cohabitan en nuestro continente el desierto de Atacama, el más árido del mundo, y áreas con un régimen híper hídrico, como la cuenca del río Amazonas, donde se concentra 53% de la escorrentía regional. En efecto, el 36% de nuestra superficie es zona bajo estrés hídrico.
También hay grandes disparidades dentro de un mismo país, como en el norte y sur de Chile, o la selva y costa del Perú. Por ende, es necesaria una gestión integrada de los recursos hídricos, que incorpore a todos los actores, soluciones basadas en la naturaleza y tecnologías apropiadas, para enfrentar los riesgos que enfrenta la región en cuanto a la disponibilidad y calidad del agua.
El Foro Mundial del Agua es una excelente oportunidad para discutir cómo América Latina y el Caribe dará acceso a servicios de agua y saneamiento sostenible y de calidad para mejorar la vida de su gente.